Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como España

Vacío

Por: Laura Seguera Lio ____________ Tanto le insistí que mi amigo me regaló su taza. Una taza blanca, simple, perfecta… profunda y ancha, como para embriagarse de café con leche, como para ahogar las penas en té, como para bañar madrugadas perezosas en energía o arropar noches friolentas con el calor de algún elixir prehispánico.  Mi amigo que ahora está en territorio de conquistadores, a seis horas de distancia, bebiendo quién sabe qué en quién sabe dónde, mientras yo me inyecto cafeína 100 por ciento nacional, sin leche, sin crema, con azúcar criolla, mediante una taza sueca que, en cuatro letras impresas, declara su pertenencia a la marca de artículos para el hogar más famosa del mundo. Medio mundo nos separa a mi amigo —que no se despidió de nadie antes de irse— y a mí. Aun así, esta cerámica redonda y pulcra fue un regalo de despedida; esta taza que a la vez había sido ya un obsequio y que pareciera condenada a vagar de dueño en dueño, que me fue dada al fin de un ciclo y que en

La saeta

Imagen: 123RF Dijo una voz popular: «Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?» Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores. !Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar! ( Antonio Machado ) Recibe nuestras crónicas y poemas a través de Telegram  

Nanas de la cebolla

 ***Vuela niño en la doble/  luna del pecho:/  él, triste de cebolla,/  tú satisfecho./  No te derrumbes./  No sepas lo que pasa/  ni lo que ocurre.***  Óleo: Hector Wistuba La cebolla es escarcha  cerrada y pobre.  Escarcha de tus días  y de mis noches.  Hambre y cebolla,  hielo negro y escarcha  grande y redonda.  En la cuna del hambre  mi niño estaba.  Con sangre de cebolla  se amamantaba.  Pero tu sangre,  escarchada de azúcar  cebolla y hambre.  Una mujer morena  resuelta en lunas  se derrama hilo a hilo  sobre la cuna.  Ríete niño  que te traigo la luna  cuando es preciso.  Tu risa me hace libre,  me pone alas.  Soledades me quita,  cárcel me arranca.  Boca que vuela,  corazón que en tus labios  relampaguea.  Es tu risa la espada  más victoriosa,  vencedor de las flores  y las alondras.  Rival del sol.  Porvenir de mis huesos  y de mi amor.  Desperté de ser niño:  nunca despiertes.  Triste llevo la boca:  ríete siempre.  Siempre en la cuna  defendiendo la risa  pluma por pluma.