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Mostrando entradas de 2021

A quién le importa cuánto cuesta un ala

De mí se espera mucho: que me mida la pasión, que la regule. Que siga los pasos de quien más suerte tuvo entre los últimos diez o quince o treinta que anduvieron por mis chanclas. Me conocen tanto, que regularmente debo, para saber quién soy, ir a revisar sus ojos y sus lenguas. Allí también, rebobinando un poco, encontrarán ustedes la versión oficial, esa que vale, de las cosas que he hecho: mis motivos, egoísmos, cinismos, fracasos… Casi que pedir permiso tengo para respirar en la siguiente dirección. Y he descubierto que me temen y que, piadosamente, me convidan a tenerme miedo… Dejen en paz al gorrión, que ya él pagará el precio de ignorar migajas por batir libélulas y camaleones. De sobra sabe                          que se juega el ala. Texto: Mario Ernesto Almeida

Comer mierda con la poesía

Por Mario Ernesto Almeida Los actores, pude ver, son un poco comemierdas con la poesía. Les interrumpen una puesta en escena y, cuando logran volver a las tablas, aunque hayan transcurrido años, retoman la obra por donde mismo los obligaron a dejarla. La poesía, a veces, son esas pequeñas comeduras de mierda, mierda que marca y mitifica. Quizás se encuentre ahí la causa de que mierda le deseen, incluso en demasía, a todo el que está a punto de abordar un escenario. No hay tablado sin poesía y cuando lo hay… es muy probable que no valga la pena. Cuando se sube hay que llevarla a cuestas sin importar lo que se vaya a hacer allá arriba: Ballet, música, cualquier otra danza, teatro… Si no vas a leerle un poema a la gente, no te subas. Si no vas en busca de la mueca en los rostros –no con la vanidad de verla, sino con la vocación de servicio que constituye provocarla–, mejor no salgas del espejo de tu baño. Sobre las tablas hay que provocar preguntas, hacer pensar, reír, llorar,

Quisiera

(Gerardo Alfonso) Nunca falta el tiempo de empezar, nunca el riesgo se corre de más aunque todo parezca ya sin sentido, ya no sé si volvamos amar, nunca sé cuándo vas a pasar, estoy viviendo en un mundo desconocido, si no pudiera verte más en el camino, si no quedara solución… Quisiera que este canto y este amor dieran contigo, que caigan las paredes de lo prohibido, que toda tu salud y tu bondad tengan un nido, quisiera… La distancia nos va a separar, la distancia nos va a separar porque tiene poderes definitivos y creer que se puede esperar es besarse a través de un cristal donde solo se siente silencio y frío, si no pudiera verte más en el camino, si no quedara otra solución, Quisiera que este canto y este amor dieran contigo, que caigan las paredes de lo prohibido, que toda tu salud y tu bondad tengan un nido, quisiera, quisiera, quisiera… Imagen: Cubasí

Miserable oferta

Por: Mario Ernesto Almeida Bacallao  ___________ Aunque me adviertas débil y supongas que el vencerme sea sencillo, aunque mis dientes amenacen con desaparecer antes de tiempo y mis manos, huesudas, anuncien con temblor el ansia, te prometo no caer. Por mi sangre corren los ya no muertos, dispuestos todos, y todas, claro está, a tomar por suyas mis manos y por suyos mis dientes y por suyos mis ojos. Sin alardes de macho proveedor, saldré a la caza y la pesca, sembraré un árbol o cuatro o dieciséis y regresaré a la cueva con algo entre las manos, manos apenas mías que ya ni débiles serán, como yo, que tampoco seré débil para entonces. Calculando tiempos agrios, miserablemente eso te ofrezco: la supervivencia. De los pasajes de avión, la carne de unicornio y el clima nevado para noches de lava... tendrás que ocuparte tú, aunque a mi abuelo, el viejo cromañón, la honra le duela. Tuyo nunca, camarada.            Pero siempre                    

Mi aventura en un sitio llamado Corral Nuevo (I)

Por Mario Héctor Almeida Alfonso ________ Hace algunos años, comencé a ser cooperativista. Después de haber pasado mis almanaques tras los libros y siendo polilla de hospital, la caprichosa vida me llevó de vuelta a las raíces.  No era lo que se diría un guajiro con las habilidades del resto. Nunca, por ejemplo, había aprendido a ordeñar una vaca porque mis madrugadas fueron de ciudad y de estudios.  Llegué a la CCS “La Plata” como el pescado en tarima. Nada veían mis ojos abiertos. Fue buena la recibida porque, de alguna manera, formaba parte de esa gran familia que observaba con cierto orgullo que el hijo, el sobrino, el nieto… que había estudiado medicina estaba de vuelta. Sin ningún nombramiento oficial, ya era su médico.  No fueron fáciles los inicios, nunca lo son. Vivía en la cabecera provincial, trabajaba en un hospital en el que, además de mis labores asistenciales, poseía obligaciones administrativas. Mi esposa, también médico, hacía su especialidad en La Habana y prácticam

Tus huesos nos deben, Pablo

Por Mario Ernesto Almeida Bacallao  ______________ Otra vez cuelgan los guantes  Con tus huesos extraviados.  Ay, Pablo, lo dice un cable  Que me deja desplomado.  Fueron las huestes fascistas:  Tu cuerpo desenterraron,  Con profana alevosía  A la fosa lo lanzaron.  Fosa común, se comenta,  No les atormenta, Pablo,  Que tus huesos no se encuentren  Porque  recuerdan tu bando:  Tu bando Rojo les arde  Cual sangre hirviente en las manos.  Es por eso que hoy estás,  tristemente sospechamos,  En la fosa más común  Y escondida que cavaron. Es que casi los escucho:  «¡Que no se encuentre al cubano!  Que nadie encuentre los huesos  Extranjeros que retaron  Con pluma, sangre y fusil  A Hitler, Mussolini y Franco».  Ay, Pablo, se confundieron,  Con esa táctica erraron,  Nos escondieron tus cuerpo  Pero tu voz no enterraron.  En fosa común tus huesos,  Tu espíritu en nuestras manos.  Con cierto recelo miro  A aquellos que te alabaron,  Que estuvieron por España,  Que allí estando, señalaron: 

Mi madre

 Por Lázara Bacallao González  ---------------------  La conocí joven, con una belleza natural a la que nunca le vi cremas, ni artefactos femeninos que no fueran un labial y un lápiz de cejas.  Se repartía entonces en asegurar junto a mi abuela Gertrudis el cuidar a mi prima Jaritza, a mi hermano y a mí.  Una vez que iniciamos la escuela, retomó sus estudios y hasta soñó con ser médico; solo le permitieron ser abogada y, como hasta entonces no se veía así, no aceptó. Se dedicó a ser una eficiente secretaria: ¡la mejor¡ Una Carolina Olivares, pero de verdad. La máquina de escribir de sus oficinas era testigo cada año de que prometía que sus hijos serían universitarios.  La vi llegar a Jagüey Grande en domingos de visita suplicándome con la mirada que soportara estar lejos de casa, que no enjugara una lágrima a la hora del maldito motor de arranque del camión de los padres. Presencié todas sus batallas para concretar su objetivo: “mis hijos universitarios”. Hasta hoy camina con nuestro

La avenida de los bobos

Por Mario Ernesto Almeida Bacallao  _____ Son las cuatro de la tarde y hace un sol de mediodía. El malecón, ahora mismo, es la gran acera de los bobos. Camino. Yo y la «del Puerto», la «del Puerto» y yo. Cosa nuestra. Cosa… El bobo de la avenida de los bobos bobo queda frente a los pelícanos –cuántos pelícanos por estos días, piensa– que a esta hora ni cazan ni la sombra buscan –medio bobos los pelícanos–, sino que reposan justo en medio del canal, con el pico recogido como tipo acomplejado en el intento de esconder la nuez de Adam prominente, con ese aspecto grisáceo y seco y mojada vida, con mirada de bicho receloso y viejo, de otra era geológica, otro lar.  ¿A quién se le habrá ocurrido inventarse un pelícano y dos y tres y cuatro y cientos y miles y más miles? ¿Pelícanos para qué?  A unos metros, también en medio del canal, cual claro-oscuros pequeños bultos de basura flotante –desde el prisma de mi plástico empañado–, las gaviotas. Qué asco esa belleza impoluta de las gaviotas,

Elogio del aburrimiento

Por Santiago Alba Rico _______ El capitalismo prohíbe básicamente dos cosas. Una es el regalo. La otra el aburrimiento. Cuenta Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poetisa, monja y feminista mexicana del siglo XVII, que en una ocasión la abadesa del convento de los Jerónimos, a cuya regla estaba sometida, le prohibió leer y escribir y la mandó castigada a la cocina. Allí entre los fogones Juana Inés estudiaba y escribía con la mente; es decir, pensaba. Del huevo y de la manteca, del membrillo y del azúcar, mientras cortaba y amasaba y freía, sacaba una consideración, una reflexión, un hilo interminable de conjeturas, y esto hasta el punto de llegar a afirmar con desafiante ironía en su conocida carta a sor Filotea: «Si Aristóteles hubiera cocinado, habría pensado más y mejor». Si a Juana Inés, en lugar de a la cocina, la hubiesen mandado a Disneylandia, donde se hubiese aburrido menos, quizás habría dejado de leer, estudiar y pensar sin ninguna prohibición. Puede interesarle también: &

La carta de Daniela

Por Daniela Pujol Coll y Mario Ernesto Almeida ___________ Lo más sublime de la jornada fue la carta. Fredy nos había pedido redactar algo “conmovedor” para los que habían trabajado en el centro durante estos días: “Ustedes que son universitarios y escriben bonito, háganme ese favor”. Estuvimos dándole de largo, hasta que Daniela se lanzó. A pesar de que luchamos contra Fredy para despojar de formalismos arcaicos el documento, no pudimos prescindir de los pies de firma de los funcionarios. Eso sí, nos impusimos para no aceptar, bajo ningún concepto, la inclusión de “aguerridos compañeros” o “estimados compatriotas”. “Así no funciona, Fredy”, argumentó Josué. Con fecha 24 de abril de 2020, desde Habana del Este y en plena pandemia, la escueta misiva decía así: “No es lo mismo esperar el demonio que verlo llegar”, es lo que siempre dice el doctor Luis Daniel. La espera ofrece el consuelo del tiempo, la distancia y la posibilidad de prepararse, o de creer que uno puede prepararse. Cuand

Vacío

Por: Laura Seguera Lio ____________ Tanto le insistí que mi amigo me regaló su taza. Una taza blanca, simple, perfecta… profunda y ancha, como para embriagarse de café con leche, como para ahogar las penas en té, como para bañar madrugadas perezosas en energía o arropar noches friolentas con el calor de algún elixir prehispánico.  Mi amigo que ahora está en territorio de conquistadores, a seis horas de distancia, bebiendo quién sabe qué en quién sabe dónde, mientras yo me inyecto cafeína 100 por ciento nacional, sin leche, sin crema, con azúcar criolla, mediante una taza sueca que, en cuatro letras impresas, declara su pertenencia a la marca de artículos para el hogar más famosa del mundo. Medio mundo nos separa a mi amigo —que no se despidió de nadie antes de irse— y a mí. Aun así, esta cerámica redonda y pulcra fue un regalo de despedida; esta taza que a la vez había sido ya un obsequio y que pareciera condenada a vagar de dueño en dueño, que me fue dada al fin de un ciclo y que en

Soneto para un gato público

Por Mario Ernesto Almeida Bacallao __________ Tengo un gato, qué alarde, un gato tengo que se filtra como agua entre tejados... gato diurno, nocturno y descarado que usurpa mi comida y no retengo. Enamorándome del gato vengo, gato que en mi puerta al mediodía maulla, que da poco cariño y mucha bulla; así es el gato que en verdad no tengo. Y es que ¿quién soy para decir que un gato que a mis caricias solo cede a ratos es propiedad de mi persona insulsa? Sé que en el barrio nadie "tiene" al gato, aunque suele volverse un garabato, entre los pies de todo el que lo endulza.

Aquí estamos...

La chica de alquiler, el pelo en la mejilla, las nubes en los ojos, alguna que otra silla ; sillas que te invitan a mirar p’al la’o, la navaja de un tipo parte otro costa’o. Acostados en su trono están algunos tipos que te dicen: “Aguanta, lo peor no lo has visto”. Los ojos de tus hijos frente a las vidrieras, el café de un amigo, el canto de mi abuela. Oooooh, oooh, oooh jey ye la-la, oooooh, oooh, na na na ye la-la. Oooooh, oooh, oooh jey ye la-la, oooooh, oooh, na na na ye la-la. Aviones regresando con la pacotilla, nostalgias que regresan de la noche al día, los yumas tiran fotos donde más te humillan con lentes que no captan nuestra poesía. La prensa y la TV con la misma noticia: amanece Bagdad con una nueva herida. El mundo dando vueltas gira con la vida, de nuevo el mismo cuento de la bala perdida. Todo el mundo se pregunta quiénes somos y adónde vamos. A la luz a de los faroles, poetas y enamorados. Todo el mundo se pregunta quiénes somos y adónde vamos. Con los pies sobre l

Respuesta necesaria a una décima atrevida

Por Mario Ernesto Almeida ________ Alguien compartió en el siguiente grupo de Telegram  (muy bueno el grupo, por cierto) estas décimas que son, por lo bajito, atrevidas: Mis respetos para Arián por el intento de rima pero estoy yo en la tarima con mi traje de Alazán. Sus décimas creo que están dolidas por mi victoria. Le refresco la memoria: esto no es improvisado a Matanzas le he ganado ¡dos veces en esta historia! No se ponga complejista si le dicen "lagartija" ni por el chucho se aflija como humano pasionista. Salga a jugar optimista, exprese sus emociones. Sé que no tiene ya opciones pero respete al rival, que ha demostrado al final, que le sobran pantalones. Son campeones, es verdad, pero ha llegado el relevo, que les ganó cada juego con coraje y humildad. No lo escribo con maldad, hemos sido superiores. Y sin violar los honores demostramos desafiantes: que no somos elefantes, mucho menos leñadores. Y si les toca mañana  a ustedes el festejar los voy a felicitar con en

Aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto (Pablo, Miguel y Federico)

Por Leonardo Depestre Catony ________ Puede el lector pensar que conformar un trinomio integrado por Pablo de la Torriente Brau, Miguel Hernández y Federico García Lorca es asunto tan forzado como “meter a La Habana en Guanabacoa”. Mas no es así, ya lo verá. Primer acto. En marzo de 1930 Federico visitó Cuba, se detuvo en ella por varias semanas, hasta el 12 de junio, y la recorrió hasta Santiago. Uno de sus anfitriones en La Habana fue José María Chacón y Calvo, quien sería padrino de la boda de Pablo celebrada en julio de aquel mismo año. Las fotografías de Federico y de José María atestiguan la amistad surgida entre ellos. Y aunque no hemos encontrado una sola palabra escrita de Pablo sobre el poeta granadino, es casi imposible que desconociera de una visita que dio mucho y muy bien que hablar. Además, Pablo era un joven demasiado enterado de cuanto acontecía para pasar por alto un acontecimiento de trascendencia literaria y más allá, cultural. Cuando Lorca es fusilado, en el vera

Carta a un hombre preso

  Por Mario Ernesto Almeida Bacallao _________ ¿Te siguen llamando por tus siete letras? ¿Te vieron llorar? ¿Te juzgaron antes de entrar al juicio? ¿Has sentido igual que siempre el frío, el hambre, el miedo? ¿Te permitieron decir «perdón»? ¿Hablaron de pagar? ¿Preguntaron con qué sueñas? A los chamacos del barrio nos cuadraba Moneda Dura. Nos parecía contestataria, valiente, que hablaba claro en una etapa de nuestras vidas en la que los abuelos intentaban convencernos de que la mejor forma de sobrevivir era ver, escuchar y callar. Aunque no recuerdo el momento preciso, estoy casi seguro de que tú –quién no– tarareaste «La primera piedra», acaso sin sospechar que un día estarías como Yoel: tirado bocarriba en una litera, con la luz apagada, luego del mal paso, la equivocación, con casi 24 años e inquilino de la máxima expresión histórica de una jaula. No fue lo que planeamos. Ninguno, mientras nos lanzábamos en tablas montadas en cajas de bolas por la lomilla de Mujica hasta el entro

Ha llegado el momento trascendental de hacer el ridículo

Texto de Alejo Carpentier ___ Pocas cosas teme tanto el hombre como el ridículo. Y en nuestra época, una de las maneras de hacer el ridículo está en dar muestras de credulidad. El crédulo –es decir, el hombre de buena fe– resulta un elemental y un primario, y por ello tantos semejantes nuestros se creen obligados a pasar por listos, porque la viveza es antídoto del ridículo.  Pero la vida –la historia– está llena de verdades elementales y primarias. De hechos y casos que están al alcance de todas las inteligencias, y que la buena lógica de pies en tierra analiza sin dificultad. Esta buena lógica sana observó, en los años que siguieron la paz de 1918, que lops vendedores de armamentos organizaban guerras donde les era posible hacerlo, para abrir mercado a su lucrativa industria. Esa buena lógica se conmovió al ver combatir en España legiones italianas y alemanas. Esa buena lógica denunció hace tiempo a las doscientas familias que retenían toda la riqueza de Francia, como sospechosa de

Canción del amigo

  Poco te recuerdo: Sin embargo, ahora, quiero elevar un canto enorme de palomas y cantar a tu regreso, que presiento durará un tiempo. Dos años ya es mucho, mucho tarda tu retorno. ______ Poema de Javier Heraud                                                                                                    A Degenhart Briegleb,                                                                                                   dégale para algunos   1 Caminamos mucho tiempo juntos, juntos llegábamos al colegio, juntos dejábamos la bicicleta, peleábamos juntos, hablábamos, jugábamos, reíamos juntos como siempre y como ahora.   2  Es imposible  situarte  exactamente.  No  recuerdo el  preciso momento  en que nos  vimos,  seguramente  fue en las  aguas mutuas de  la infancia. (Un banco, una pequeña carpeta, no sé). Pero mucho tiempo hemos andado juntos: años que parecen otoños fríos, días como rayos, fuegos como imágenes.   3 Pero ya no me acuerdo de ti. Es claro todos pueden decirme, qu

Registro nocturno

  21/3/2021 // 12:55 am Me han descubierto. Después de dos años, los vecinos ya saben quién soy y a qué me dedico.  Han entrado a la casa. Encontré un cabo de cigarro al pie del sofá. Odio el tabaco.  Otros: La condena y el hambre La perra, el trombón y la noche Texto e imagen: Mario E.

Historia de las sillas

Silvio Rodríguez (Óleo: Gloria Abellán Romero) ____________ En el borde del camino hay una silla,  la rapiña merodea aquel lugar.  La casaca del amigo esta tendida,  el amigo no se sienta a descansar.  Sus zapatos, de gastados, son espejos  que le queman la garganta con el sol. Y a través de su cansancio pasa un viejo que le seca con la sombra el sudor. En la punta del amor viaja el amigo, en la punta más aguda que hay que ver. Esa punta que lo mismo cava en tierra que en las ruinas, que en un rastro de mujer. Es por eso que es soldado y es amante, es por eso que es madera y es metal. Es por eso que lo mismo siembra rosas que razones de bandera y arsenal. El que tenga una canción tendrá tormenta, el que tenga compañía, soledad. El que siga un buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar. Pero vale la canción buena tormenta y la compañía vale soledad. Siempre vale la agonía de la prisa, aunque se llene de sillas la verdad. Otras letras de Silvio: Tu fantasma  / El probl