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Mostrando las entradas etiquetadas como Guerra Civil

Aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto (Pablo, Miguel y Federico)

Por Leonardo Depestre Catony ________ Puede el lector pensar que conformar un trinomio integrado por Pablo de la Torriente Brau, Miguel Hernández y Federico García Lorca es asunto tan forzado como “meter a La Habana en Guanabacoa”. Mas no es así, ya lo verá. Primer acto. En marzo de 1930 Federico visitó Cuba, se detuvo en ella por varias semanas, hasta el 12 de junio, y la recorrió hasta Santiago. Uno de sus anfitriones en La Habana fue José María Chacón y Calvo, quien sería padrino de la boda de Pablo celebrada en julio de aquel mismo año. Las fotografías de Federico y de José María atestiguan la amistad surgida entre ellos. Y aunque no hemos encontrado una sola palabra escrita de Pablo sobre el poeta granadino, es casi imposible que desconociera de una visita que dio mucho y muy bien que hablar. Además, Pablo era un joven demasiado enterado de cuanto acontecía para pasar por alto un acontecimiento de trascendencia literaria y más allá, cultural. Cuando Lorca es fusilado, en el vera

Nanas de la cebolla

 ***Vuela niño en la doble/  luna del pecho:/  él, triste de cebolla,/  tú satisfecho./  No te derrumbes./  No sepas lo que pasa/  ni lo que ocurre.***  Óleo: Hector Wistuba La cebolla es escarcha  cerrada y pobre.  Escarcha de tus días  y de mis noches.  Hambre y cebolla,  hielo negro y escarcha  grande y redonda.  En la cuna del hambre  mi niño estaba.  Con sangre de cebolla  se amamantaba.  Pero tu sangre,  escarchada de azúcar  cebolla y hambre.  Una mujer morena  resuelta en lunas  se derrama hilo a hilo  sobre la cuna.  Ríete niño  que te traigo la luna  cuando es preciso.  Tu risa me hace libre,  me pone alas.  Soledades me quita,  cárcel me arranca.  Boca que vuela,  corazón que en tus labios  relampaguea.  Es tu risa la espada  más victoriosa,  vencedor de las flores  y las alondras.  Rival del sol.  Porvenir de mis huesos  y de mi amor.  Desperté de ser niño:  nunca despiertes.  Triste llevo la boca:  ríete siempre.  Siempre en la cuna  defendiendo la risa  pluma por pluma.