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Mostrando las entradas etiquetadas como Covid-19

Noviembre desde Huaraz. Diario de un Médico Cubano en Perú

*** El índice de letalidad al llegar era de 5 por ciento y, tras la intervención de los cubanos el este fue de 2,7 por ciento.*** Mural en Huaraz, Áncash, Perú. Foto del autor. Por: Dr. Mario Héctor Almeida Alfonso Si el callejón de Huaylas tiene la magia geográfica de marcar la diferencia entre la cordillera negra y la blanca, tiene también la suerte de contar con su capital Huaraz. El argot popular la identifica como “presunción” y… ¿cuánto de cierto –o no– puede haber en ello? El pueblo no se equivoca y cada apelativo dado a cada una de las ciudades del valle encierran una verdad.  Recuay Ladronera, Carhuaz Borrachera, Yungay Hermosura, Caraz Dulzura y Huaraz Presunción; esos epítetos y muchísimos más. Al llegar el viajero se sorprende, al andar descubre y al estar se enamora. Se ha trabajado tanto esta semana que solo hoy, robándole tiempo al sueño, con mucho deseo y poco oficio me siento a escribir. La vista es el reflejo del cansancio, se cruzan los renglones y no ayudan ni

Tres meses. Diario de un médico cubano en Perú XVIII

  Por: Mario Héctor Almeida Alfonso Quien me dijera a principios de año que en junio volaría al Perú hubiese recibido una carcajada de mi parte como respuesta. Tampoco, cuando salí de Matanzas para La Habana, tenía claro el destino final. Como otros tantos colegas que entonces no conocía, estaba convencido de que viajaríamos hacia algún sitio para ayudar en el control de la pandemia. Pero país y lugar exacto… ni en broma. Después de algunos días fuimos ubicados en la brigada de la cual hoy formo parte. Tras semanas de confusa espera nos informaron de la inminente partida y, en la tarde lluviosa del 3 de junio, despegamos del Aeropuerto Internacional José Martí  sin saber qué nos depararía el destino.   Ya se cumplen tres meses de nuestra llegada; más de noventa días de trabajo, de triunfos y fracasos, de victorias completas y victorias a medias. Pero sobre todo de mucha –pero mucha– entrega. No ha sido fácil. No obstante, como decía una buena amiga que tristemente no pudo ver estas hor

Las altas. Diario de un médico cubano en Perú XI

Por Mario Héctor Almeida Alfonso En estas tierras de la América nuestra no hay guardias “buenas”, cada turno es una sorpresa de casos  complejos donde, entre conocimiento y tretas de viejo lobo, intento resolver situaciones. Durante la atención al paciente Covid-19, existen estructuras del juego médico bien establecidas. Un protocolo con los cambios oportunos y un sistema de trabajo que minimiza los errores nos ha permitido, desde hace algunas semanas, ir dando altas; no solo a casos puramente infectados con la pandemia, también a otros con padecimientos graves asociados. La paciente de la cama 2, incluso, sufría una enfermedad neoplásica terminal y presentaba metástasis en pulmón, hígado e infiltración vesical.  Asimismo, nos llegó un caso con diagnóstico  de insuficiencia renal  que se encontraba bajo tratamiento dialítico. Por las características del lugar, fue imposible continuar dicho procedimiento, lo que trajo como consecuencia un componente pre-renal y post-renal significativo.

La ponchera

Foto: Cubadebate Son las 12 del día y tengo hambre. No de la que duele –esa fase ya la pasé– hablo del hambre que te hace bajar la cabeza y buscar reposo para aliviar la fatiga, el mareo.  Son las 12 meridiano y el sol está que mata en esta ponchera sin aleros. No pruebo bocado desde ayer a las seis de la tarde y heme aquí, sin fuerzas. No es que ande de pobre sin un peso ni que todo esté desabastecido, la culpa es simplemente mía, que soy un desastre con patas, incapaz de planificarme para tener cada mañana un pan en la cocina. Y nada, desperté y vine cogerle el ponche a la bicicleta porque puedo dejar de comer, nadie lo dude, pero de moverme no.  El ponchero es el tercer elemento que completa mi triángulo de dificultades, junto a los ya mencionados: estómago vacío y sol candente. Para colmo ni siquiera me roba. Me haría tan feliz que me robara… Ello justificaría más mi molestia, mi furia. Pero no, el tipo me habla mal de lo que hicieron sus colegas con la cámara de mi bicicleta, dice

Bestias en La Habana Vieja

Esta porción de ciudad hoy solo parece un cúmulo de adoquines abandonados, ya sin el churre que las primeras lluvias de verano se encargaron de limpiar. Este pedazo de Habana, antaño matizado por pálidos rostros, resulta territorio de gatos que en horarios pico solían limitarse a la pestilente seguridad de los tanques de basura o barajeaban sus cuerpos entre estrechos barrotes, de esos que intentan mantener castos y puros los cuasi secretos jardines de los monasterios. Son gatos de todo tipo. Panzones, escuálidos, peludos, sarnosos, prietos, blancos, con rayas, manchas… y hasta de orejas naranjas por el sol a contraluz que, anémico, intenta traspasar las membranas mientras cae por su propio peso tras la cúpula bañada en oro del capitolio. Gatos de ojos verdes, negros y amarillos; confianzudos, que te retan, que defecan a plena luz y en plena plaza, gatos con uñas y dientes afilados que recelosos custodian  los “benditos” adoquines echados al olvido por las sandalias de particular arras

Peruanos corajudos. Diario de un médico cubano en Perú IX.

Por Mario Héctor Almeida Alfonso Las carpas están en la explanada contigua a la entrada principal, dispuestas de tal forma que se logra, desde la estación de enfermería y triage , tener una panorámica de todo el sitio.  La montaña que suponen los botellones de oxígeno adorna el espacio central –no cubierto–, donde el personal de apoyo se encarga de moverlos continuamente hacia cada paciente que los requiera. En estas circunstancias resulta la mayoría. El oxígeno forma parte vital del tratamiento y supervivencia de estos enfermos. Los licenciados y licenciadas en enfermería, así como el resto del personal de turno, parecen peones blancos (color de los trajes) en un juego de ajedrez, entrando a cada sitio correspondiente para cumplir sus funciones.  Muy cercano en el fondo, después de la cinta Amarilla que limita la zona roja, yace la capilla del recinto. No tiene grandes adornos, solamente una mesa sobre la cual reposa un mantel blanco –pulcro– y la imagen de Cristo crucificado que ador

Nuevo hospital. Diario de un médico cubano en Perú VIII.

Imagen de Chimbote en línea Por: Mario Héctor Almeida Alfonso Levantarse temprano en madrugada fría es algo cotidiano para los del primer turno. El ómnibus recorre varios kilómetros atravesando una ciudad costeña, nueva en su conjunto, cuya construcción más alta resulta el edificio del poder judicial, con tan solo ocho pisos. Las características del terreno, arenoso y poco firme, hacen que sea demasiado costoso emprender construcciones mayores, según me comentó hace poco un periodista local. Luego de rodar más de 30 minutos, un olor fuerte –y por momentos desagradable– a pescado inunda todo el vehículo. Sobre viene una curva, el mar, la bahía, los barcos, el centro hospitalario…   La bahía de Chimbote es también conocida como El Ferrol. Este nombre ha sido legado por un conjunto islas cercanas llamadas de igual manera, que protegen al accidente geográfico de las grandes olas del Pacifico y fungen también como refugio y hábitat de lobos marinos. Lo más llamativo para este “Colón modern

Cuarentena gonza

Alain Mira López (texto y foto) Hace tres días descubrí que mi apartamento mide ocho metros cuadrados. Realmente jamás me interesó su tamaño, decir que vives en un edificio es sinónimo de poco espacio. Siempre quise saber de dónde salían las hormigas que utilizan mi cuarto como autopista para llegar a la cocina, pero nunca se me ocurrió seguirles la pista. Después de tres días ya tengo identificados varios hormigueros. Me queda algo de cipermetrina; se me ocurre realizar un exterminio en masa. “Mis lagartijas caseras”, como gusto de llamarles a las pequeñas salamandras que conviven conmigo, siempre hacen el mismo recorrido por la pared de la sala en las tardes. Bueno, al menos en los tres días que llevo observándolas. Debo confesar mi repentino interés de denunciar a quienes trabajaron en la construcción del edificio de microbrigada que habito. Las losas de piso cerámico no están al mismo nivel, ya he contado cinco que sobresalen y dos hundidas. Pésimo trabajo. Hace tres días noté que

Zona roja. Diario de un médico cubano en Perú V

Ayer fue un día largo: mis primeras doce horas en la zona roja. Después de más de 20 años trabajando en las terapias intensivas, viendo fallecer personas… y esto me resulta diferente. El mundo recuerda con espanto la pandemia de la  gripe española como la más devastadora. Olvida la  poliomielitis en Copenhague , cuando con la invención de los primeros ventiladores pulmonares se lograron salvar cuantiosas vidas, a pesar de que eran manuales y rudimentarios. ¿Acaso pasan por alto la  viruela  que, traída del “viejo” continente al “nuevo” por aquellos marinos conquistadores, diezmó poblaciones indígenas completas? También están el  Mers  y el  Sars , familiares cercanos del nuevo coronavirus y que, sin embargo, no tenían la mortalidad ni la letalidad de este. *** Las personas tosen de manera particular y las dificultades para respirar sobrevienen de forma rápida. Las personas mueren. Con solo unas palabras se puede describir el drama que hoy sufre la humanidad. Llegué a la sala con mis oj

El hospital. Diario de un médico cubano en Perú

Por Mario Héctor Almeida Alfonso Han pasado algunos días desde que llegamos a esta ciudad del sur de Perú –Nuevo Chimbote. No la conozco, pero he logrado captar un gran lugar que simplemente se construye. Ayer volvimos a mudarnos. Ahora, desde la azotea de este hotel, mi vista domina mejor la urbe que, por cierto, hoy regaló unas preciosas vistas al tener el cielo despejado y el sol salir con verdadera fuerza… como en Cuba. Las cercanas montañas que bordean la costa y el Pacífico, azul oscuro, se dejaron ver con nitidez. *** Amaneció y, sobre las siete, nos dirigimos al hospital regional donde trabajaré próximamente; una edificación que sobresale por cuanto exhibe de sobriedad y elegancia.  Primero fuimos atendidos por una enfermera que, muy locuaz, nos resumió al neumólogo y a mí la situación sanitaria de la región. Asimismo, nos inquirió sobre cómo evoluciona Cuba al respecto y, después, nos ofreció sus oficinas para descansar durante las madrugadas. Nada: hospitalidad, camaradería…

Diario de un Médico Cubano en Perú III. Viajando a Nuevo Chimbote.

Por Mario Héctor Almeida Alfonso (Texto y fotos) El PCR resultó para todos la noticia del día. “Esperen a que se les llame en la habitación”. “Ya pueden bajar”.  Entrada la tarde, supimos que debíamos estar listos a las seis y quince de la mañana siguiente para partir hacia los diferentes destinos. Otra noche de insomnio. Primero, porque quise arreglar mi viejo sistema operativo UBUNTUS, con el cual me he adaptado a trabajar desde que adquirí la laptop, por allá por julio del 2013 en la ciudad de Luanda, Angola. No estaba actualizado y signifcó tarea titánica la que emprendieron de forma mancomunada un compañero de la brigada y un amigo en Cuba. Segundo, porque había que recoger las maletas y eso, como solemos decir, es otro rollo. Logré bañarme sobre las diez de la noche y acariciar el sueño por un rato para estar despierto casi toda la madrugada. A las seis y treinta estábamos en el lobby del hotel, todos desayunados y listos para el viaje. A un colega matancero se le ocurrió tomar u

Diario de un médico cubano en Perú II

Por: Mario Héctor Almeida Alfonso Ayer amenazaba con ser un día tranquilo. Habíamos sido llamados al lobby del hotel por las clásicas cuestiones de documentos y firmas, y ello convertía a la tarde, que por demás era fría, en algo monótono. Sin embargo, sobre las seis pasado meridiano un pequeño grupo de profesionales peruanos, como arquitectos, médicos… que se formaron en Cuba, llegaron a la estancia para hacer un donativo y, de esta manera, expresar su agradecimiento para con nuestra pequeña Isla. Venían representando a la Asociación Peruana de Graduados en Cuba y también a familiares y amigos que, de una forma altruista, dieron dinero para comprar medios de protección, que sin dudas serán muy útiles en nuestro futuro inmediato, cuando por fin comencemos el enfrentamiento a la Covid-19 en esta tierra de montañas. Peruanos que entregaron donativos a médicos cubanos.  Expresaron su gratitud. Los nombres de Martí, Fidel, Celia… eran repetidos por cada uno de ellos. De manera mística est

Alegato contra la herejía

Yo los acuso, excelencia, y solo me conformaré con la máxima condena. Las cifras oficiales*resultan precisas cuando aluden a la cantidad de hombres y mujeres que, en Crema, fueron “víctimas” de la preocupación, la constancia, el desvelo, la inteligencia, el conocimiento y hasta el chiste jocoso –cuánta alevosía, qué horror– de los médicos y enfermeros cubanos. Y digo “víctimas”, sí, porque cuando todo eso se conjuga y cae de sopetón o de a gotas, da igual, sobre una sola persona, lo menos que puede acarrear es el rubor y el rubor, sabrá usted, de cierta forma duele.  Son culpables, nadie lo dude, y desde esta tribuna exijo para cada uno de los cubiches en cuestión cuantas cadenas perpetuas del cariño –según ampare el código penal vigente– puedan sostener sus fatigadas manos. Que caiga sobre sus espaldas, en este minuto doloridas de tanto andar por ahí, el peso de esa ley que aprueban por unanimidad las hordas de agradecidos. Insisto, fue a conciencia. Que nadie venga a defenderlos con