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Mostrando las entradas etiquetadas como Vengo de Pasada

A quién le importa cuánto cuesta un ala

De mí se espera mucho: que me mida la pasión, que la regule. Que siga los pasos de quien más suerte tuvo entre los últimos diez o quince o treinta que anduvieron por mis chanclas. Me conocen tanto, que regularmente debo, para saber quién soy, ir a revisar sus ojos y sus lenguas. Allí también, rebobinando un poco, encontrarán ustedes la versión oficial, esa que vale, de las cosas que he hecho: mis motivos, egoísmos, cinismos, fracasos… Casi que pedir permiso tengo para respirar en la siguiente dirección. Y he descubierto que me temen y que, piadosamente, me convidan a tenerme miedo… Dejen en paz al gorrión, que ya él pagará el precio de ignorar migajas por batir libélulas y camaleones. De sobra sabe                          que se juega el ala. Texto: Mario Ernesto Almeida

Miserable oferta

Por: Mario Ernesto Almeida Bacallao  ___________ Aunque me adviertas débil y supongas que el vencerme sea sencillo, aunque mis dientes amenacen con desaparecer antes de tiempo y mis manos, huesudas, anuncien con temblor el ansia, te prometo no caer. Por mi sangre corren los ya no muertos, dispuestos todos, y todas, claro está, a tomar por suyas mis manos y por suyos mis dientes y por suyos mis ojos. Sin alardes de macho proveedor, saldré a la caza y la pesca, sembraré un árbol o cuatro o dieciséis y regresaré a la cueva con algo entre las manos, manos apenas mías que ya ni débiles serán, como yo, que tampoco seré débil para entonces. Calculando tiempos agrios, miserablemente eso te ofrezco: la supervivencia. De los pasajes de avión, la carne de unicornio y el clima nevado para noches de lava... tendrás que ocuparte tú, aunque a mi abuelo, el viejo cromañón, la honra le duela. Tuyo nunca, camarada.            Pero siempre                    

Mi madre

 Por Lázara Bacallao González  ---------------------  La conocí joven, con una belleza natural a la que nunca le vi cremas, ni artefactos femeninos que no fueran un labial y un lápiz de cejas.  Se repartía entonces en asegurar junto a mi abuela Gertrudis el cuidar a mi prima Jaritza, a mi hermano y a mí.  Una vez que iniciamos la escuela, retomó sus estudios y hasta soñó con ser médico; solo le permitieron ser abogada y, como hasta entonces no se veía así, no aceptó. Se dedicó a ser una eficiente secretaria: ¡la mejor¡ Una Carolina Olivares, pero de verdad. La máquina de escribir de sus oficinas era testigo cada año de que prometía que sus hijos serían universitarios.  La vi llegar a Jagüey Grande en domingos de visita suplicándome con la mirada que soportara estar lejos de casa, que no enjugara una lágrima a la hora del maldito motor de arranque del camión de los padres. Presencié todas sus batallas para concretar su objetivo: “mis hijos universitarios”. Hasta hoy camina con nuestro

La avenida de los bobos

Por Mario Ernesto Almeida Bacallao  _____ Son las cuatro de la tarde y hace un sol de mediodía. El malecón, ahora mismo, es la gran acera de los bobos. Camino. Yo y la «del Puerto», la «del Puerto» y yo. Cosa nuestra. Cosa… El bobo de la avenida de los bobos bobo queda frente a los pelícanos –cuántos pelícanos por estos días, piensa– que a esta hora ni cazan ni la sombra buscan –medio bobos los pelícanos–, sino que reposan justo en medio del canal, con el pico recogido como tipo acomplejado en el intento de esconder la nuez de Adam prominente, con ese aspecto grisáceo y seco y mojada vida, con mirada de bicho receloso y viejo, de otra era geológica, otro lar.  ¿A quién se le habrá ocurrido inventarse un pelícano y dos y tres y cuatro y cientos y miles y más miles? ¿Pelícanos para qué?  A unos metros, también en medio del canal, cual claro-oscuros pequeños bultos de basura flotante –desde el prisma de mi plástico empañado–, las gaviotas. Qué asco esa belleza impoluta de las gaviotas,

Elogio del aburrimiento

Por Santiago Alba Rico _______ El capitalismo prohíbe básicamente dos cosas. Una es el regalo. La otra el aburrimiento. Cuenta Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poetisa, monja y feminista mexicana del siglo XVII, que en una ocasión la abadesa del convento de los Jerónimos, a cuya regla estaba sometida, le prohibió leer y escribir y la mandó castigada a la cocina. Allí entre los fogones Juana Inés estudiaba y escribía con la mente; es decir, pensaba. Del huevo y de la manteca, del membrillo y del azúcar, mientras cortaba y amasaba y freía, sacaba una consideración, una reflexión, un hilo interminable de conjeturas, y esto hasta el punto de llegar a afirmar con desafiante ironía en su conocida carta a sor Filotea: «Si Aristóteles hubiera cocinado, habría pensado más y mejor». Si a Juana Inés, en lugar de a la cocina, la hubiesen mandado a Disneylandia, donde se hubiese aburrido menos, quizás habría dejado de leer, estudiar y pensar sin ninguna prohibición. Puede interesarle también: &

Vacío

Por: Laura Seguera Lio ____________ Tanto le insistí que mi amigo me regaló su taza. Una taza blanca, simple, perfecta… profunda y ancha, como para embriagarse de café con leche, como para ahogar las penas en té, como para bañar madrugadas perezosas en energía o arropar noches friolentas con el calor de algún elixir prehispánico.  Mi amigo que ahora está en territorio de conquistadores, a seis horas de distancia, bebiendo quién sabe qué en quién sabe dónde, mientras yo me inyecto cafeína 100 por ciento nacional, sin leche, sin crema, con azúcar criolla, mediante una taza sueca que, en cuatro letras impresas, declara su pertenencia a la marca de artículos para el hogar más famosa del mundo. Medio mundo nos separa a mi amigo —que no se despidió de nadie antes de irse— y a mí. Aun así, esta cerámica redonda y pulcra fue un regalo de despedida; esta taza que a la vez había sido ya un obsequio y que pareciera condenada a vagar de dueño en dueño, que me fue dada al fin de un ciclo y que en

Soneto para un gato público

Por Mario Ernesto Almeida Bacallao __________ Tengo un gato, qué alarde, un gato tengo que se filtra como agua entre tejados... gato diurno, nocturno y descarado que usurpa mi comida y no retengo. Enamorándome del gato vengo, gato que en mi puerta al mediodía maulla, que da poco cariño y mucha bulla; así es el gato que en verdad no tengo. Y es que ¿quién soy para decir que un gato que a mis caricias solo cede a ratos es propiedad de mi persona insulsa? Sé que en el barrio nadie "tiene" al gato, aunque suele volverse un garabato, entre los pies de todo el que lo endulza.

Respuesta necesaria a una décima atrevida

Por Mario Ernesto Almeida ________ Alguien compartió en el siguiente grupo de Telegram  (muy bueno el grupo, por cierto) estas décimas que son, por lo bajito, atrevidas: Mis respetos para Arián por el intento de rima pero estoy yo en la tarima con mi traje de Alazán. Sus décimas creo que están dolidas por mi victoria. Le refresco la memoria: esto no es improvisado a Matanzas le he ganado ¡dos veces en esta historia! No se ponga complejista si le dicen "lagartija" ni por el chucho se aflija como humano pasionista. Salga a jugar optimista, exprese sus emociones. Sé que no tiene ya opciones pero respete al rival, que ha demostrado al final, que le sobran pantalones. Son campeones, es verdad, pero ha llegado el relevo, que les ganó cada juego con coraje y humildad. No lo escribo con maldad, hemos sido superiores. Y sin violar los honores demostramos desafiantes: que no somos elefantes, mucho menos leñadores. Y si les toca mañana  a ustedes el festejar los voy a felicitar con en

Aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto (Pablo, Miguel y Federico)

Por Leonardo Depestre Catony ________ Puede el lector pensar que conformar un trinomio integrado por Pablo de la Torriente Brau, Miguel Hernández y Federico García Lorca es asunto tan forzado como “meter a La Habana en Guanabacoa”. Mas no es así, ya lo verá. Primer acto. En marzo de 1930 Federico visitó Cuba, se detuvo en ella por varias semanas, hasta el 12 de junio, y la recorrió hasta Santiago. Uno de sus anfitriones en La Habana fue José María Chacón y Calvo, quien sería padrino de la boda de Pablo celebrada en julio de aquel mismo año. Las fotografías de Federico y de José María atestiguan la amistad surgida entre ellos. Y aunque no hemos encontrado una sola palabra escrita de Pablo sobre el poeta granadino, es casi imposible que desconociera de una visita que dio mucho y muy bien que hablar. Además, Pablo era un joven demasiado enterado de cuanto acontecía para pasar por alto un acontecimiento de trascendencia literaria y más allá, cultural. Cuando Lorca es fusilado, en el vera

Carta a un hombre preso

  Por Mario Ernesto Almeida Bacallao _________ ¿Te siguen llamando por tus siete letras? ¿Te vieron llorar? ¿Te juzgaron antes de entrar al juicio? ¿Has sentido igual que siempre el frío, el hambre, el miedo? ¿Te permitieron decir «perdón»? ¿Hablaron de pagar? ¿Preguntaron con qué sueñas? A los chamacos del barrio nos cuadraba Moneda Dura. Nos parecía contestataria, valiente, que hablaba claro en una etapa de nuestras vidas en la que los abuelos intentaban convencernos de que la mejor forma de sobrevivir era ver, escuchar y callar. Aunque no recuerdo el momento preciso, estoy casi seguro de que tú –quién no– tarareaste «La primera piedra», acaso sin sospechar que un día estarías como Yoel: tirado bocarriba en una litera, con la luz apagada, luego del mal paso, la equivocación, con casi 24 años e inquilino de la máxima expresión histórica de una jaula. No fue lo que planeamos. Ninguno, mientras nos lanzábamos en tablas montadas en cajas de bolas por la lomilla de Mujica hasta el entro

Ha llegado el momento trascendental de hacer el ridículo

Texto de Alejo Carpentier ___ Pocas cosas teme tanto el hombre como el ridículo. Y en nuestra época, una de las maneras de hacer el ridículo está en dar muestras de credulidad. El crédulo –es decir, el hombre de buena fe– resulta un elemental y un primario, y por ello tantos semejantes nuestros se creen obligados a pasar por listos, porque la viveza es antídoto del ridículo.  Pero la vida –la historia– está llena de verdades elementales y primarias. De hechos y casos que están al alcance de todas las inteligencias, y que la buena lógica de pies en tierra analiza sin dificultad. Esta buena lógica sana observó, en los años que siguieron la paz de 1918, que lops vendedores de armamentos organizaban guerras donde les era posible hacerlo, para abrir mercado a su lucrativa industria. Esa buena lógica se conmovió al ver combatir en España legiones italianas y alemanas. Esa buena lógica denunció hace tiempo a las doscientas familias que retenían toda la riqueza de Francia, como sospechosa de

La perra, el trombón y la noche

Por Mario Ernesto Almeida  #CosasDeAmalia _____ El trombón suena tres veces al día: una hora después del almuerzo; luego, sobre las cinco o seis de la tarde; y a treinta minutos de haberse sucedido la comida. En el segundo margen de intentos, la perra estira las patas delanteras, dobla las de atrás y, hocico al cielo, busca afinar con los últimos agudos que emite, en cada ráfaga, el dichoso instrumento.  El trombón y los aullidos de la perra pueden sobrevenir, en realidad, a cualquier horario, pero solo coinciden en aquel donde la oscuridad comienza a asomar por la esquinas y en que las penumbras sedientas de luz, con sus fauces mojadas de leve rabia, insisten en acorralar al sol contra las lomas de allá, donde se ve el “borde” del mundo. Con tanta fiereza acorralan… que el sol –dicen que rey– continúa huyendo y por acá solo nos queda la noche y el trombón y la perra, con al menos un alarido parejo y coordinado entre los tres, después del cual, ya lo explicaba, se sigue ladrando, toc

La condena y el hambre

***Cuento finalista en el XIII Concurso de Minicuentos "El Dinosaurio"*** Por Mario Ernesto Almeida Bacallao _____ Ensartó en su anzuelo una lombriz que había encontrado, media hora atrás, comiendo la tierra superficial que apenas pudo condimentar el rocío. “Días duros para todos”, había pensado Asmidia en su camino al mar. El lance avanzó buen tramo antes de hundirse y Asmidia sintió en sus dedos la vibración del plomo y del cordel cortando el agua, la misma vibración que atrajo al pez que venía “quemando cola” por el borde del canto del veril.  La marejada lo había obligado a guarecerse por días sin comer. Reconoció al anzuelo, a la lombriz. Pez viejo, sabiondo… pero pez hambriento. “Eres perfecto”, murmuró Asmidia. Buscó el carrete de pescar al vivo y atravesó el lomo del pez con el anzuelo más recio que encontró. “¡Anda! ¡Ve!”.  Cuando Oiram vio aquel peje inmenso nadando sin fuerzas en la caleta, se echó al agua. Llevaba cinco meses vagando por la costa. Desnudo como a

El cantar de las espadas

  La espada aguarda en su funda A cada lado una de las lenguas candentes del acero Cargada y lista Como quien no quiere la cosa Prepara la última estocada Ahogada por el doble filo de la rabia Para perforar a la rosa agonizante Que ante la visión del peligro se deshoja Y desenfunda la vaina escondida entre sus pétalos. ¿Quién saldrá a su encuentro? De tragedias contenidas en la pena Deseosas de hacer el cuento De como se salvaron en el último segundo Mutilando tras de sí el porvenir dudoso Que dibujaban con letras de destino Mis pasos errantes en la arena Del desierto traicionado Presuroso de lucir nuevos estandartes Chocarán muchas veces las espadas, Y las chispas que salten Alumbrarán sin proponérselo La mañana sombría donde fallaste a tu palabra Y todavía me faltas alrededor de la cicatriz Donde el puñal atravesó como esquirlas en el pecho Para dejar en su recuerdo una herida reacia a sanar Hasta que te desangres E inicie la próxima batalla En la que ya no estaré. (José Manuel Lap

El Doctor Fidalgo

Por Lázara Bacallao González Llegaba yo al Instiruto de Neurología: mujer de 32 años, casada,con dos hijos, médico. Asustadiza de escuchar partes del cerebro que, juro, no retuve en la carrera. Me recibía entonces un singular profesor, que me escudriñaba de los pies a la cabeza. Su pregunta inicial fue si conocía el concepto de crisis epiléptica, a lo que muy segura le respondi que sí, para luego lanzarle el concepto de Epilepsia.  Esbozó una pícara sonrisa bañada en humo de cigarro. Preguntó que dónde había estudiado el concepto y, otra vez, saltó la guajira matancera, más atrevida que instruida en temas neurológicos: "¡Por el MGI , profe!". Me recomendó que en la noche revisara nuevamente el capítulo correspondiente de ese mism libro. Sorpresa, asombro, verguenza... Era aquel extraño profesor el autor del capítulo que pocas veces o solo con el apuro de irme para el Instituto había leído. Hoy sé que no leerá este escrito. Todos sabemos que no pasó de apretar las teclas de un

Añoranzas de Ítaca

"Camarada vida, Vamos A caminar más rápido" Maiakoski Cada viaje -o premonición de lo infinito- Son los cantares épicos que nos juega la memoria Enfrascada en odiseas cotidianas. Tú y yo nos parecemos Islas rodeadas de mar o magma -depende de quién mire- Con las mámparas cerradas a las rachas y a las fisuras Las bisagras oxidadas a punto de ceder Para abrir paso a un gusto inconfesable por lo grotesco. Y está ahí el enemigo, Al acecho de la paranoia de las puertas y las plazas, En las letras desaliñadas de una pancarta descolorida, O en el rojo transmutable de la propaganda comunista Asfixiandose en su propia sangre, -O mejor aún- En un espía infiltrado bajo el buró de algún buen camarada del partido. ¿Y dónde están los amigos? -Se preguntarán algunos- Los amigos reposan las penas  Como quien descansa el almuerzo Sobre muebles de mimbre y estambre. De paso por la avenida, La ciudad es un laberinto de columnas y oraciones, Complementadas por averías ocasionales del espacio-tie

Provincianismo, viaje y capital

Para vivir la experiencia de la capital -de la “urbe capitalina”, como la llaman los cronistas de la época- el cubano “del interior” debe pasar primero por la experiencia del viaje, que como ustedes saben es uno de los grandes temas de la literatura desde los tiempos de la Odisea. Por favor, no vayan a preguntarme lo que significa ese interior porque tampoco sabría qué responder; aquí uno puede nacer y vivir toda la vida en un pueblo costero y no obstante ser “del interior”, es decir, de “tierra adentro”. Pero volviendo al tema, entre nosotros ha existido siempre la doble necesidad del viaje, el de la colonia a la metrópoli y el de la provincia a la capital, el tránsito del mundo rural al urbano, entendido como un tránsito de la barbarie a la civilización. Por cierto, a fines del siglo XIX los autonomistas cubanos solían ir en peregrinación a Madrid buscando el apoyo de sus cofrades españoles, y como para eso tenían que “cruzar el charco”, los separatistas los llamaban sarcásticamen

¿Cómo arderemos ahora?

Cómo arderemos ahora, Que no hay grandes montañas de paja Propensas a ser quemadas Por los guardianes ociosos de la llama. Ni hay tampoco cenizas de fénix Para reparar los empeños que no llegan ya A los tobillos sangrantes y descarnados. Cómo arderemos ahora, Que los consejeros del rey Se empeñan en torturar a todos aquellos que no crean En la voluntad celeste de sus causas Por esas insinuaciones del destino Que aún no estaba escrito En las tablillas de barro de los sabios eruditos y eunucos, De la vieja Sumeria. Cómo arderemos ahora, Que sufrimos de un hambre voraz Cuánto tiempo lleva escondiéndose el hambre De los puñales que perforan las lenguas desprevenidas ¿Siglos? Quizás, Tal vez un tiempo mayor Que esos "breves instantes en que no estás", Multiplicándose indefinidamente en el limbo. ¿Cómo arderemos ahora? Con estas heridas de veteranos de guerra, Dentro del cargamento de necios y otros nacidos para la batalla, Que regresa en la galera desde Creta, Fue tanta la euforia

Para Diana...

Como nube que se aleja, como barca en mar dormida, como quien se entrega y parte, como quien sonríe y mira. Como paloma en su vuelo divisando las campiñas, como quien no quiere estar si el dolor será su finca. Como quien presiente el miedo de la carne en plena riña. Como quien nos deja un cielo, una luna o una niña, así quedas y te vas, así te apartas erguida, la vida con sus caminos, que prosigan, miras linda. Te alejas y te repartes entre amigos y familia. Cada cual toma una parte. ¡Cada quien guarda tus risas! Texto: Lázara Bacallao González Foto: Cubadebate

No te salves

No te quedes inmóvil  al borde del camino  no congeles el júbilo  no quieras con desgana  no te salves ahora  ni nunca                           no te salves  no te llenes de calma  no reserves del mundo  sólo un rincón tranquilo  no dejes caer los párpados  pesados como juicios  no te quedes sin labios  no te duermas sin sueño  no te pienses sin sangre  no te juzgues sin tiempo pero si                 pese a todo no puedes evitarlo  y congelas el júbilo  y quieres con desgana  y te salvas ahora  y te llenas de calma  y reservas del mundo  sólo un rincón tranquilo  y dejas caer los párpados  pesados como juicios  y te secas sin labios  y te duermes sin sueño  y te piensas sin sangre  y te juzgas sin tiempo  y te quedas inmóvil  al borde del camino  y te salvas                      entonces  no te quedes conmigo. (Mario Benedetti) Pinterest