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Mostrando entradas de 2020

El Doctor Fidalgo

Por Lázara Bacallao González Llegaba yo al Instiruto de Neurología: mujer de 32 años, casada,con dos hijos, médico. Asustadiza de escuchar partes del cerebro que, juro, no retuve en la carrera. Me recibía entonces un singular profesor, que me escudriñaba de los pies a la cabeza. Su pregunta inicial fue si conocía el concepto de crisis epiléptica, a lo que muy segura le respondi que sí, para luego lanzarle el concepto de Epilepsia.  Esbozó una pícara sonrisa bañada en humo de cigarro. Preguntó que dónde había estudiado el concepto y, otra vez, saltó la guajira matancera, más atrevida que instruida en temas neurológicos: "¡Por el MGI , profe!". Me recomendó que en la noche revisara nuevamente el capítulo correspondiente de ese mism libro. Sorpresa, asombro, verguenza... Era aquel extraño profesor el autor del capítulo que pocas veces o solo con el apuro de irme para el Instituto había leído. Hoy sé que no leerá este escrito. Todos sabemos que no pasó de apretar las teclas de un

Añoranzas de Ítaca

"Camarada vida, Vamos A caminar más rápido" Maiakoski Cada viaje -o premonición de lo infinito- Son los cantares épicos que nos juega la memoria Enfrascada en odiseas cotidianas. Tú y yo nos parecemos Islas rodeadas de mar o magma -depende de quién mire- Con las mámparas cerradas a las rachas y a las fisuras Las bisagras oxidadas a punto de ceder Para abrir paso a un gusto inconfesable por lo grotesco. Y está ahí el enemigo, Al acecho de la paranoia de las puertas y las plazas, En las letras desaliñadas de una pancarta descolorida, O en el rojo transmutable de la propaganda comunista Asfixiandose en su propia sangre, -O mejor aún- En un espía infiltrado bajo el buró de algún buen camarada del partido. ¿Y dónde están los amigos? -Se preguntarán algunos- Los amigos reposan las penas  Como quien descansa el almuerzo Sobre muebles de mimbre y estambre. De paso por la avenida, La ciudad es un laberinto de columnas y oraciones, Complementadas por averías ocasionales del espacio-tie

Provincianismo, viaje y capital

Para vivir la experiencia de la capital -de la “urbe capitalina”, como la llaman los cronistas de la época- el cubano “del interior” debe pasar primero por la experiencia del viaje, que como ustedes saben es uno de los grandes temas de la literatura desde los tiempos de la Odisea. Por favor, no vayan a preguntarme lo que significa ese interior porque tampoco sabría qué responder; aquí uno puede nacer y vivir toda la vida en un pueblo costero y no obstante ser “del interior”, es decir, de “tierra adentro”. Pero volviendo al tema, entre nosotros ha existido siempre la doble necesidad del viaje, el de la colonia a la metrópoli y el de la provincia a la capital, el tránsito del mundo rural al urbano, entendido como un tránsito de la barbarie a la civilización. Por cierto, a fines del siglo XIX los autonomistas cubanos solían ir en peregrinación a Madrid buscando el apoyo de sus cofrades españoles, y como para eso tenían que “cruzar el charco”, los separatistas los llamaban sarcásticamen

¿Cómo arderemos ahora?

Cómo arderemos ahora, Que no hay grandes montañas de paja Propensas a ser quemadas Por los guardianes ociosos de la llama. Ni hay tampoco cenizas de fénix Para reparar los empeños que no llegan ya A los tobillos sangrantes y descarnados. Cómo arderemos ahora, Que los consejeros del rey Se empeñan en torturar a todos aquellos que no crean En la voluntad celeste de sus causas Por esas insinuaciones del destino Que aún no estaba escrito En las tablillas de barro de los sabios eruditos y eunucos, De la vieja Sumeria. Cómo arderemos ahora, Que sufrimos de un hambre voraz Cuánto tiempo lleva escondiéndose el hambre De los puñales que perforan las lenguas desprevenidas ¿Siglos? Quizás, Tal vez un tiempo mayor Que esos "breves instantes en que no estás", Multiplicándose indefinidamente en el limbo. ¿Cómo arderemos ahora? Con estas heridas de veteranos de guerra, Dentro del cargamento de necios y otros nacidos para la batalla, Que regresa en la galera desde Creta, Fue tanta la euforia

Para Diana...

Como nube que se aleja, como barca en mar dormida, como quien se entrega y parte, como quien sonríe y mira. Como paloma en su vuelo divisando las campiñas, como quien no quiere estar si el dolor será su finca. Como quien presiente el miedo de la carne en plena riña. Como quien nos deja un cielo, una luna o una niña, así quedas y te vas, así te apartas erguida, la vida con sus caminos, que prosigan, miras linda. Te alejas y te repartes entre amigos y familia. Cada cual toma una parte. ¡Cada quien guarda tus risas! Texto: Lázara Bacallao González Foto: Cubadebate

No te salves

No te quedes inmóvil  al borde del camino  no congeles el júbilo  no quieras con desgana  no te salves ahora  ni nunca                           no te salves  no te llenes de calma  no reserves del mundo  sólo un rincón tranquilo  no dejes caer los párpados  pesados como juicios  no te quedes sin labios  no te duermas sin sueño  no te pienses sin sangre  no te juzgues sin tiempo pero si                 pese a todo no puedes evitarlo  y congelas el júbilo  y quieres con desgana  y te salvas ahora  y te llenas de calma  y reservas del mundo  sólo un rincón tranquilo  y dejas caer los párpados  pesados como juicios  y te secas sin labios  y te duermes sin sueño  y te piensas sin sangre  y te juzgas sin tiempo  y te quedas inmóvil  al borde del camino  y te salvas                      entonces  no te quedes conmigo. (Mario Benedetti) Pinterest

Alberto Yarini, el "santo" chulo

Cuando las últimas luces del día se extinguieron tras las corroídas y apretadas fachadas del barrio de San Isidro y los relojes marcaron las siete y cincuenta y cinco de la tarde, Alberto Yarini llegó al domicilio número 60 de la calle Compostela para encontrarse con Berta La Fontaine. Pues horas antes había recibido una nota de su propio puño y letra invitándole a verla.  Al llegar, se topó con Elena Morales, una de sus 11 señoras, quien le contó que la joven muchacha de 21 años sin dar muchas explicaciones le solicitó el favor de atender sola la clientela de esa noche. Desconcertado ante la noticia, Yarini y Pepe Besterrechea, su acompañante por pura casualidad, apenas alargaron su estancia para discutir con la concubina algún tema de menor interés y, quizás, tomar un poco de agua o una buena taza de café. Antes de salir a la calle, Elena atinó a adelantarse a los señores para otear el panorama. Sin embargo, no alcanzó a avisar la presencia de varios hombres armados en la acera del f

Sin miedo a las alturas

Óleo: Jeremy Mann A Yanara Si bien no me sofocan las alturas Confieso que me intimida Cuando te descubro en tu afán de sembrar maravillas Recogiendo el polvo cósmico Que nos ha dejado a su paso una estrella viajera. Y yo me quedo aquí en esta orilla, Desafiando cualquier espera, Con tal de encontrarme más allá del ocaso de mis noches Con el milagro limpio de tus labios. Déjame tallar en el panteón de tus recuerdos El precio de estos latidos efímeros Antecedidos por la fuerza telúrica de la sangre Que bombeas a mis venas Derramando el preludio de mil historias Que solo el viento conoce de memoria Y el rumor del rocío de la mañana En donde llega en misa y procesión Un suspiro hasta tu ventana. Líbreme el corazón ajeno De la burocracia de los sentimientos O de redundar en la resaca de otros amores Mucho menos pasionales Hasta que el mundo donde habito, Detenido a la espera de verte llegar, (Como un claro en el pantano de mis dudas) Pueda por fin reanudar. ¡Vamos! Subiendo a cuestas En la

Tarde VIII a ti

Tú sabes que los barcos me vuelven loco. Quizás no me adapto a verlos de cerca porque vivo aún con siete años y por suerte. Tenía tantos de papel… dibujaba los petroleros que se dejaban ver en la bahía, los recortaba y a la gaveta. A veces me conformaba con los humildes de pesca y entonces aplicaba la técnica del doblez. La cuestión es que yo, niño de pequeños barcos de papel, aún no acepto que sean grandes y de hierro y por eso, ya lo sabes, enloquezco si los tengo enfrente. Hace unos días, en lo que esperaba el ómnibus que me llevase al hospital, cerca de aquí, en el embarcadero, me quedé embobado con Josefa, un granelero amarillento-verduzco que anclaba a pocos metros, con visible bandera panameña. Tenía algo raro aunque en ese momento no lo descifré. Solo vi al bote de Prácticos del Puerto realizar una maniobra a su costado y a un hombre gritar, desde abajo, algún recado a un marinero que –creo recordar– se inclinaba un tanto en la baranda para escuchar mejor. Daría cualquier c

Las puertas

“Cuando tus negras puertas se abren pausadas, graves” Arthur Rimbaud Óleo: Emilia Pablo Esteban Descansa aquí a la intemperie, Un portal a otro mundo, Invitando a decir cuando los miedos, Se acobardan por temor a las alarmas, Que proclaman la dulce paranoia, De las noches sin desvelos caducos. La puerta es un atajo de asuntos correlacionares, La retórica permanecerá intacta, Durante las incursiones profanas al léxico, De las misivas intrascendentes. La retórica nos salva del presente No somos más que una parte de la nada, Intentando ser un todo, Para no sentirnos aplastados, En medio de la nada, Un náufrago más en el mar. Flotan sobre mis párpados las visiones, De partículas incorpóreas, Cuando decido si dar un paso más, Hacia la dirección provocativa, Un ente irónico se apodera de mi cuerpo, Y las sonoridades que brotan de tu boca, Hacen vibrar mi alma como las bisagras de un pecado. (Texto: José Manuel Lapeira Casas)

El Capitán

 Para un  buen  profesor... Así lo tienen, así se ha vuelto... El capitán está loco de remate e intenta esconderlo en tanto el barco no llegue a puerto seguro. Sus ojos lo delatan y, por ello, mientras va de timonel, los lleva casi cerrados como quien comanda con los oídos, en escucha de sus marineros o del mar, antes de decidir el rumbo. Frente a sus superiores o el consejo de mando, sus párpados continúan a rastras en el intento preventivo y conciliador de censurar al energúmeno… que quiere desertar, llorar, reír aparatosamente con los graves espasmos de su voz de micrófonos. Y cierra los ojos, reina el control y nada sucede. El capitán teme que lo descubran. Teme que todo se vaya al carajo. Solo en lo desértico de los pasillos de la nave, en la humedad del camarote o cuando habla con marineros carentes de los vicios de contralmirantes y baratos capitanes de fragata, abre sus párpados como dos ventanas inmensas y arranca a pensar en cosas grandes: colores, vida, decencia, regreso

Imágenes de Perú: "Nos están matando"

La policía está disparando perdigones y apuntando al cuerpo. Los videos resultan contundentes y claros. Las imágenes... desgarradoras. Los peruanos protestan por legitimidad en el poder ejecutivo y el legislativo. Llevan tres presidentes en una semana y siguen en la calle. Estas son imágenes tomadas de Twitter. Imágenes que el pueblo peruano ha compartido una y otra vez en el intento de que su lucha no sea silenciada. Aunque los datos oficiales apenas dan fe de dos muchachos muertos, los mensajes divulgados en las redes hablan de que puede haber más. 

Libre albedrío

***¿Qué entenderá la noche de las criaturas / Que encuentran amparo bajo su ala? / Sencillamente se mantendrá / Al margen de las penas / Pues su paladar no gozará el zumo / De la sangre estéril de los apóstoles.*** Imagen tomada de Shary Chavló Por: José Manuel Lapeira Casas Cuando el temor a las alturas Supera la tentación del abismo De lanzar estropicios y cuerpos inertes Que deambulen por los alrededores Y el atardecer con sus colores teje Las nubes en llamas del horizonte, Suele verse, allá en la penumbra, Varios trillos de rocas filosas Rompiendo la monotonía de los acantilados. He rentado un puesto fijo en la feria ambulante Transmuto los días Entre gitanos ambiguos y coleccionistas de antigüedades Y otros tantos infieles de la noche Que se preguntarán al suicidarse las inercias Por el paradero desconocido De las alas despedazadas de las golondrinas Devoradas por la evocación de las sombras que acechan El filo entre abierto de las cortinas. La noche reposa bocarriba Custodiada po

La saeta

Imagen: 123RF Dijo una voz popular: «Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?» Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores. !Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar! ( Antonio Machado ) Recibe nuestras crónicas y poemas a través de Telegram  

Tu Fantasma

Me decido a tararearte todo lo que se te extraña desde el siglo en que partiste hasta el largo día de hoy. Me acompaño de guitarra porque yo no sé de cartas y además ya tú conoces que ella va donde yo voy. Lo único que me consuela es que uso dos almohadas y que ya no me torturo cuando te hago trasnochar. Otro alivio es que en su árbol los pajaritos del alba siguen ensayando el coro con que te bienvenirán. El teléfono persiste en coleccionar absurdos. Embromarme sigue siendo un deporte universal y la puerta está comida donde la ha golpeado el mundo, cuando menos una buena parte de la humanidad. El cine de enamorados tuvo un par de buenas pistas. Nuestro cavaret privado sigue activo por su bar. Se nos sigue desangrando la llave de la cocina y yo sigo sin canciones, habiendo necesidad. Pueden ser casualidades u otras rarezas que pasan pero donde quiera que ando todo me conduce a ti. Especialmente la casa me resulta insoportable cuando desde sus rincones te abalanzas sobre mí. No exagero

Noche II sin ti

Sobre las 12 de la noche recogí la tendedera o, mejor dicho, casi toda; esa ropa reciclada que compraste y acabarás por no ponerte nunca, que trajiste tan solo para alimentar el reguero y que hay que lavar siempre porque las moscas vuelan o porque la salamandra se rascó la nariz… esas carcasas con eterno olor a escaparate tienen especial talento para quedarse húmedas. Y nada, dormirán fuera esta noche también y la de mañana y la otra… hasta que se sequen sus putos cuellos o, mejor, hasta que me acuerde. Debe ser que estoy sensible porque el calzoncillo que te dije sigue sin aparecer. Aprovechando que no estás, agarré tu guitarra. No te gusta, dices que la desafino, que sientes muchas cosas por ella y que te devuelve a los tiempos de la calle G, cuando la llevabas para hacerte la bohemia delante de los imbéciles de turno. Eso es lo bueno de que no estés: puedo tomar tu guitarra cada vez que me dé la gana. La necesito para hacerme el fresa conmigo mismo. Enfurécete, no me importa

Escena del crimen

 ***No hay evidencias ni certezas del crimen / Mas bien, la veracidad de los hechos / Se pierde en una montaña de documentos archivados / Y sin embargo aquí estamos / Analizando las causas menos probables / De arrebatos de locura y miseria. ***  Imagen: Scena Criminis Por José Manuel Lapeira Casas Levitan en el limbo de las lamentaciones Para quien las quiera reclamar para sí Partículas de polvo suspendidas en el espacio A modo de presagios mal intencionados Comparecen en audiencia ante Los descuidos ocasionales del tiempo Que ha detenido las manecillas del reloj Y los haces de luz que se encuentran con la negativa de los vitrales Hasta llenar la sala Con la oscuridad ambigua del alma Partida y enterrada A tres metros por debajo de su propia fe. No hay evidencias ni certezas del crimen Mas bien, la veracidad de los hechos Se pierde en una montaña de documentos archivados Y sin embargo aquí estamos Analizando las causas menos probables De arrebatos de locura y miseria. Todas las alfom

Los retratos de la virgen...

Óleo: Gilda Sacasas   Retrato de una virgen Ella no sabe bien lo que ha pasado. Él era su amigo, y ahora le ha dicho adiós. ¡Ella que lo veía como el padre, el esposo que iba a ser!  Ahora pasea con otra, van riendo. Ella no entiende pero se ha quedado quieta, como quien espera una orden, o como el agua antes de recoger la imagen del rostro amado. No se ha entregado al llanto. No tiene una alborotada imaginación. Sigue yendo a sus clases. Cuida cosas pequeñas: las libretas, la raya en el orden, igual que el pelo al levantarse. Hace lo mismo que antes, sólo un poco más triste. La luz que la abandona la dibuja un momento. No sabe que está sola. Ese ignorar la guarda. Cine mudo No es que le falte  el sonido, es que tiene  el silencio. Al despertar... Al despertar  uno se vuelve  al que era  al que tiene  el nombre con que nos llaman,  al despertar  uno se vuelve  seguro,  sin pérdida,  al uno mismo  al uno solo  recordando  lo que olvidan  el tigre  la paloma  en su dulce despertar. (

¿Jugamos de nuevo?

*** Estábamos así, descalzos, buscando aquella pelota de cuero perdida debajo de algún carro, jugando todos, cada uno con lo que la economía le daba, cada uno con las creencias que fueran, cada uno con las ganas de siempre ganarle al equipo contrario*** Foto: PanamericanWorld Por: Pablo Sánchez Hace años estábamos así, descalzos, buscando aquella pelota de cuero perdida debajo de algún carro, jugando todos, cada uno con lo que la economía le daba, cada uno con las creencias que fueran, cada uno con las ganas de siempre ganarle al equipo contrario. Hace años éramos pequeños, demasiados para pensar que aquel juego donde todos nos veíamos iguales se iba a olvidar para algunos. Pudiera ser que es cuestión de la vida y el aprendizaje, pero los amigos que un día abrazamos, después te agredían por no pisar el mismo suelo, te separaban por no pensar igual, te esquematizaban por haberte quedado en tu tierra. Cada noche me he puesto a pensar en ese odio que se ha generado y me pregunto si es

Nanas de la cebolla

 ***Vuela niño en la doble/  luna del pecho:/  él, triste de cebolla,/  tú satisfecho./  No te derrumbes./  No sepas lo que pasa/  ni lo que ocurre.***  Óleo: Hector Wistuba La cebolla es escarcha  cerrada y pobre.  Escarcha de tus días  y de mis noches.  Hambre y cebolla,  hielo negro y escarcha  grande y redonda.  En la cuna del hambre  mi niño estaba.  Con sangre de cebolla  se amamantaba.  Pero tu sangre,  escarchada de azúcar  cebolla y hambre.  Una mujer morena  resuelta en lunas  se derrama hilo a hilo  sobre la cuna.  Ríete niño  que te traigo la luna  cuando es preciso.  Tu risa me hace libre,  me pone alas.  Soledades me quita,  cárcel me arranca.  Boca que vuela,  corazón que en tus labios  relampaguea.  Es tu risa la espada  más victoriosa,  vencedor de las flores  y las alondras.  Rival del sol.  Porvenir de mis huesos  y de mi amor.  Desperté de ser niño:  nunca despiertes.  Triste llevo la boca:  ríete siempre.  Siempre en la cuna  defendiendo la risa  pluma por pluma.