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Dos de Lezama y uno para él

Imagen: Palabra Abierta Sonetos a la Virgen I Deípara, paridora de Dios. Suave La giba del engañado para ver Tuvo que aislar el trigo del ave, El ave de la flor, no ser del querer. El molino, Deípara, sea el que acabe La malacrianza del ser que es el romper. Retuércese la sombra, nadie alabe La fealdad, giba o millón de su poder. Oye: tú no quieres crear sin ser medida. Inmóvil, dormida y despertada, oíste Espiga y sistro, el ángel que sonaba. La nieve en el bosque extendida. Eternidad en el costado sentiste Pues dormía la estrella que gritaba. II Sin romper el sello de semejanza, Como en el hueco de la torre nube Se cruza con la bienaventuranza. Oh fiel y sueño del cristal que pule Su rocío o el árbol de confianza, Reverso del Descreído pues si sube Su escala es caracol o malandanza, Pira gimiendo, palabra que huye. Para caer en tu corona alzada, Los ángeles permanecen o se esconden, Ya que tú oíste la luz causada Por el cordero que la luz descorre Para ofrecer lo blanco a la nevada, ...

Besos

Imagen tomada de Biblioteca Nacional de Chile Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria. Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmáticos, sinceros hay besos que se dan sólo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos. Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos. Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado. Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros. Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios la felonía,...

Hembra brava

Foto: Mario Ernesto Almeida/ Cubahora Arlet pasó aquel verano haciendo “sopa”. Con solo dieciocho años, a punto de entrar en el  Instituto Superior de Arte  (ISA), iba cada jornada a las doce del día hacia aquel bar de  La Habana Vieja , donde permanecía hasta las seis de la tarde –en ocasiones más–, trabajando solo por propina. “Algunas veces nos íbamos con cinco pesos (CUC), en fechas raras con diez, pero lo común era trabajar seis horas para apenas ganar un dólar; un día, incluso, nos fuimos cada uno con 25 centavos”. Realmente no tenía problemas económicos. A pesar de recién haber culminado la  Escuela   Nacional de Arte  en la especialidad de Trombón y ser de  Matanzas , sus padres, sin excesos, cubrían todos los gastos y por esos días no dejaron de hacerlo, porque aquella resultaba la clase de trabajo “en la que sueles perder más de lo que terminas ganando”. Vivía alquilada con una amiga en la propia zona colonial y trabajaba para sentirse indepe...

Dos frustraciones de Julián del Casal y otra para él

Bajo relieve (A Vivino Govantes y Govantes) El joven gladiador yace en la arena manchada por la sangre purpurina que arroja sin cesar la rota vena de su robusto brazo. Entre neblina azafranada luce su armadura como si el Sol, dejando sus regiones, bajado hubiera al redondel. Oscura la fosa está en que rugen los leones olfateando la carne. Aglomerada bulle en torno impaciente muchedumbre que tiende hacia el mancebo la mirada, y, de las gradas en la erguida cumbre, abierto el abanico entre las manos, ostentan su hermosura las patricias a los ojos de amantes cortesanos ávidos de gozar de sus caricias. Sacudiendo el cansancio del vencido —“¡Arriba, gladiador!, –una voz grita–, que para ornar tus sienes han crecido los laureles del Arno!”. —“Necesita el pueblo, –otra voz clama–, que al combate tornes de nuevo y venzas al contrario!”. —“¡Lidia y triunfa que, a más de tu rescate, –dice el edil–, cual don extraordinario, pondremos en tus manos un tesoro de sextercios!”. —“Si vences todavía, en...

Día de padres. Diario de un médico cubano en Perú VII

Por Mario Héctor Almeida Alfonso Clima frío y mañana… día de padres. Algunos trabajan hoy y otros lo harán cuando amanezca el siguiente día. A pesar de lo que muchos piensen, es una suerte trabajar; sin dudas la mejor opción cuando estás lejos de casa. Te permite matar el tiempo –literalmente–, concentrarte en tus funciones, y logra que esa parte del cerebro donde guardas el mayor tesoro, que es la familia, yazga sencillamente en off. Luego llegas al cuarto, te bañas, cenas y, gracias al cansancio de la jornada, por fin duermes. Ayer, algunos compañeros comentaban que, en su puesto de trabajo, los colegas peruanos los sorprendieron con una actividad por el día en cuestión. Llegaron emocionados porque no esperaban que los atendiesen así a solo una semana de haber comenzado. Marrero, especialista camagüeyano en Medicina General Integral, trabaja en la atención primaria de la Red de Salud Pacífico Norte, en la posta de Magdalena Nueva. Desde su arribo, ha laborado en tres posiciones difer...

Mi reyecillo

Imagen tomada de Poeticous Los persas tienen Un rey sombrío; Los hunos foscos Un rey altivo; Un rey ameno Tienen los íberos; Rey tiene el hombre, Rey amarillo: ¡Mal van los hombres Con su dominio! Mas yo vasallo De otro rey vivo,– Un rey desnudo, Blanco y rollizo: Su cetro– un beso! Mi premio– un mimo! Oh! cual los áureos Reyes divinos De tierras muertas, De pueblos idos –¡Cuando te vayas, Llévame, hijo!– Toca en mi frente Tu cetro omnímodo; Úngeme siervo, Siervo sumiso: ¡No he de cansarme De verme ungido! ¡Lealtad te juro, Mi reyecillo! Sea mi espalda Pavés de mi hijo: Pasa en mis hombros El mar sombrío: Muera al ponerte En tierra vivo:– Mas si amar piensas El amarillo Rey de los hombres, ¡Muere conmigo! ¿Vivir impuro? ¡No vivas, hijo! Tomada de José Martí

Crónica de un hijo en Cuba

Papá me pidió café y yo, en vez de eso, le llevé “La nieves del Kilimanjaro”, una selección de cuentos de Ernest Hemingway que, años atrás, atrapé a dos pesos cubanos, casualmente bajo la sombra de un Quijote en cueros sobre un rocinante en dos patas. En el epígrafe del relato homónimo, se alude a un leopardo con el esqueleto seco y congelado, se habla de la dichosa montaña, que dicen que es la más alta de África,que a su pico occidental le llaman la Casa de Dios y que, cerca de ahí, se encuentra la bestia. El Nobel de literatura alega para rematar que “nadie ha podido explicarse qué buscaba el leopardo a esa altura”. –¿Y esto?– preguntó papá. –Son cuentos de Hemingway y sus viajes, para que te los lleves. Están buenos. Asintió sin histrionismos y acabó inquiriendo: “¿Me trajiste el café?” *** Desde el momento justo en que el avión despegó, yo me convertí otra vez en “un hijo en Cuba”. Algo de presumidas tienen esas bestias de hierro para, con solo ser y hacer, apropiarse del aire de c...