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Soneto para un gato público


Por Mario Ernesto Almeida Bacallao

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Tengo un gato, qué alarde, un gato tengo

que se filtra como agua entre tejados...

gato diurno, nocturno y descarado

que usurpa mi comida y no retengo.


Enamorándome del gato vengo,

gato que en mi puerta al mediodía maulla,

que da poco cariño y mucha bulla;

así es el gato que en verdad no tengo.


Y es que ¿quién soy para decir que un gato

que a mis caricias solo cede a ratos

es propiedad de mi persona insulsa?


Sé que en el barrio nadie "tiene" al gato,

aunque suele volverse un garabato,

entre los pies de todo el que lo endulza.


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