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He aquí que tú estás sola...

He aquí tu estás sola y que estoy solo. Haces tus cosas diariamente y piensas y yo pienso y recuerdo y estoy solo. A la misma hora nos recordamos algo y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya somos, y una locura celular nos recorre y una sangre rebelde y sin cansancio. Se me va a hacer llagas este cuerpo solo, se me caerá la carne trozo a trozo. Esto es lejía y muerte. El corrosivo estar, el malestar muriendo es nuestra muerte. Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado quién eres, dónde estás, cómo te llamas. Yo soy sólo una parte, sólo un brazo, una mitad apenas, sólo un brazo. Te recuerdo en mi boca y en mis manos. Con mi lengua y mis ojos y mis manos te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne, a siembra, a flor, hueles a amor, a ti, hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.  En mis labios te sé, te reconozco, y giras y eres y miras incansable y toda tú me suenas dentro del corazón como mi sangre. Te digo que estoy solo y que me faltas. Nos faltamos, amor, y nos morimos y nada harem...

La pelota y yo

La mayoría le hacía coro a los azules y yo pensaba que tantos habaneros no podían haber ido a otra provincia para ver un juego de pelota... ------------------------------------------------------------------ El último día de prescolar mamá apareció con un pequeño bate de madera. Meses después, en primer grado, le dije a abuelo que quería ser pelotero y llegó con un diminuto guante de vinil. Me aseguró que era “profesional”, de pitcher o de segunda base, y yo llegué al aula y se lo conté a todos. Por las tardes, en el barrio, robábamos de las gavetas las medias que nos parecían viejas, buscábamos papel de libreta y una piedra pequeña para confeccionar la pelota. Jugábamos hasta que se perdía el sol, hasta que Maritza mandaba entrar a Richard con un grito o hasta que el agua del contén destrozaba el papel que hacía de relleno y terminábamos con una especie de torta dentro un trapo. La cuestión es que la pelota era la vida en aquellos primeros años del dos mil… el terror de las casas recié...

A lo lejos

Mi padre, poco a poco, se fue quedando sin amigos. Aquellos de la juerga desenfrenada, los que se le sentaron al lado a quejarse de mujeres lúcidas que salían corriendo, los del abrazo joven y el auto atiborrado, la velocidad, el alcohol, los que juraron estar… todos se fueron. Partieron porque la vida es así, porque la gente suele querer más, aun sin calcular lo que tiene, porque siempre ha pasado y el mundo no se ha detenido a preguntar y porque aunque lo vendan todo, queda esa poética fe de que  donde se deja un amigo se siembra una casa , un barrio, un país o, simplemente, la embajada de lo que fuiste y querrás seguir siendo pero, en definitiva,  jamás volverás a ser. Como iba diciendo, aquellos que conocí con mis ojos de bebé se dispersaron por el mundo como bolas en mesa de billar y, con ellos, fue pasando lo mismo que con un bombillo: después de brillar por años, comenzaron a fallar y a fallar y a fallar, hasta que sus luces terminaron por apagarse y se perdieron. *** A...

Lo sublime de la casa ajena

Jorge Johnson  con el  home run  de su vida, la vuelta al cuadro más rápida, los saltos más despampanantes, luego  Cruz  agonizando con cada  strike  que no le caía,  Alarcón  nervioso detrás del  home , de la mascota, con las uñas pintadas y ademanes rudos,  Ayala  con una mirada perdida, desordenada, la cara de diablo viejo de  Civil , como quien se prepara para algo grande. Dos  outs , bases llenas, los bateadores más poderosos de Cuba por vencer, el banco tunero a punto de ebullición, el último roletazo, las gorras verdes colocadas de revés, la sidra o la champaña –qué sé yo– empapando la hierba, las palabrotas, los abrazos, los besos, las banderas, el saberse afortunados, mucho más que cualquier otro tunero al que alguna vez en la historia patria le haya dado por jugar pelota. Benítez  sin tiempo ya para esperar rompimientos,  Yeniet  de regreso, perdonado, con salvoconducto,  La Rosa  et...

Bestiario I

Fosa común El 20 de noviembre de 2014, un perro murió atropellado. El propio golpe lo sacó de la carretera y lo catapultó al césped, cuyo verdor resultó lo último que captara su condenada vista, justo antes de que quedase perpleja y congelada hasta el día en que los gusanos terminaran con su cometido. Nadie volvió a tocar al perro. El animal permaneció a menos de un metro del trillo por el que cientos y cientos de personas iban y venían diariamente. Nadie, ni siquiera las urracas se detuvieron en el maldito cadáver que comenzó a adelgazar, a perder pelos, a quedar en huesos y una melcocha negruzca, a ser solo hueso y luego nada: un puñado de tierra grasosa entre el abundante pasto, como si un enorme paquidermo hubiese insistido en dejar su huella. La hierba volvió a asumir su lugar y, a los meses, nadie pudo decir con exactitud bajo qué palmo yacían los restos que el suelo se fue tragando. Años más tarde, pocos recordaban la desagradable imagen del cuerpo abandonado y, un quinquenio ...

Nuevo hospital. Diario de un médico cubano en Perú VIII.

Imagen de Chimbote en línea Por: Mario Héctor Almeida Alfonso Levantarse temprano en madrugada fría es algo cotidiano para los del primer turno. El ómnibus recorre varios kilómetros atravesando una ciudad costeña, nueva en su conjunto, cuya construcción más alta resulta el edificio del poder judicial, con tan solo ocho pisos. Las características del terreno, arenoso y poco firme, hacen que sea demasiado costoso emprender construcciones mayores, según me comentó hace poco un periodista local. Luego de rodar más de 30 minutos, un olor fuerte –y por momentos desagradable– a pescado inunda todo el vehículo. Sobre viene una curva, el mar, la bahía, los barcos, el centro hospitalario…   La bahía de Chimbote es también conocida como El Ferrol. Este nombre ha sido legado por un conjunto islas cercanas llamadas de igual manera, que protegen al accidente geográfico de las grandes olas del Pacifico y fungen también como refugio y hábitat de lobos marinos. Lo más llamativo para este “Col...

Lil Milagro Ramírez... del verso a las balas

Imagen de Abriendo Brecha Mi nombre aquel Mi nombre aquel no lo pronuncies ni siquiera en vos baja espera ya volveré a ser yo cuando la muerte o cuando el triunfo.     Despertar Yo era mansa y pacífica Era una flor, Pero la mansedumbre no es un muro Que cubre la miseria. Y vi las injusticias Y ante los ojos asombrados, Estallaron las huelgas y las rebeldías Del hombre proletario. Y en vez de absurdas lástimas, De hipocresías compasivas, Brotó mi indignación Y me sentí fraternalmente unida a mis hermanos, Y toda huelga me dolía, Y cada grito me golpeaba No solo en la cabeza o los oídos Sino en el corazón. Cayó mi blanca mansedumbre, Muerta a los pies del hambre, Me desnudé llorando de sus velas Y un Nuevo traje me ciñe las carnes. Primavera de lucha son ahora mis brazos, Mi enrojecida sangre es de protesta, Mi cuerpo es verde olivo Y un incendiario fuego me consume Y sin embargo, sigo siendo como antes, amante de la paz, quiero luchar por ella desesperadamente, porque desde el ...