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1956

Poema de Alberto Marrero (1) ***  El 18 de abril de 1956 ningún huracán atravesó la isla. Era miércoles y mi madre pujaba a las nueve y media de la noche mirando un punto que se dilataba entre sus piernas mientras mi padre trataba de pasar inadvertido en el pasillo (decía que un hospital era el lugar perfecto para atrapar a un hombre). En México un joven abogado organizaba con sigilo una pequeña expedición que meses después arribaría a una ciénaga de mangles y  mosquitos. Ese año Juan Ramón Jiménez recibiría el Novel de literatura y Nikita Jruschov leería el célebre “informe secreto” ante los indignados asistentes al XX Congreso. Mi madre era primeriza y el punto se convirtió de pronto en una cabeza que más tarde hubo que moldear para que alcanzara un poco de redondez. Cuando mi padre escuchó el primer berrido comprendió que ya sería inútil seguir fingiendo. Unos meses más tarde dejaría de circular para siempre la mejor revista literaria de la isla, fundada por  el mejo...

El extraño caso del ladrón de tierra

***  Hay quien roba comida, ropa, dinero, automóviles, motocicletas; se conoce, incluso, de los ladrones de ideas, de los usurpadores de palabras, del hurto forzoso y cruel de la inocencia… ¿pero tierra? *** Etereotipo del ladrón primermundista. Imagen: Reuters    A mi amigo Josué Benavides, físico y, por encima de todo, ladrón de tierra.   Hay quien roba comida, ropa, dinero, automóviles, motocicletas; se conoce, incluso, de los ladrones de ideas, de los usurpadores de palabras, del hurto forzoso y cruel de la inocencia… ¿pero tierra? Y no hablo del raptor de cuello blanco que trastoca propiedades y papeles, ni siquiera de los que a punta de pistola logan que la gente marche; no me refiero a la tierra como terreno, como espacio, finca; hablo de ella en su significado más puro, ese material desmenuzable del que – especifica la RAE – principalmente se compone el suelo natural. Hablo de tierra como ente “agarrable” con las manos, “ocultable” en bolsa, trasladable...

No, no siempre fui tan feo

Lo que pasa es que tengo una fractura en la nariz que me causó el tico Lizano con un ladrillo porque yo decía que evidentemente era penalti y él que no y que no y que no nunca en mi vida le volveré a dar la espalda a un futbolista tico el padre de Achaerandio por poco se muere del susto ya que al final había más sangre que en su altar azteca y luego fue Quique Soler que me dio en el ojo derecho la pedrada más exacta que cabe imaginarse claro que se trataba de reproducir la toma de Okinawa pero a mí me tocó ruptura de la retina un mes de inmovilización absoluta (¡a los once años!) visita al doctor Quevedo en Guatemala y al doctor Bidford que usaba una peluca colorada por eso es que en ocasiones bizqueo  y que al salir del cine parezco un drogadicto desvelado la otra razón fue un botellazo de ron que me lanzó el marido de María Elena en realidad yo no tenía ninguna mala intensión pero cada marido es un mundo y si pensamos que él creía que yo era un diplomático argentino hay que dar...

Resistencia genética

 Por: Mario Ernesto Almeida Bacallao Foto: Betty Images Tiene solo cinco años y lo han traído al parque. Ni la combustión interna de los camiones en el esfuerzo de salir cuando el semáforo se torna verde, ni los cláxones perdidos, ni los gritos neuróticos de “¡Pásamela! ¡Estoy aquí!” lo desvirtúan de su empresa. Poco más, poco menos de un lustro de vida y no se deja reprogramar. Lo trajeron con la esperanza de que en poco tiempo sueñe, como un loco, con violar el campo magnético que se ciñe bajo los tres palos; con desbrozar regates y fintas para dejar gente atrás… mareada; con lograr que el balón dibuje en el aire ese cambio de recorrido, ese efecto siniestro que descoloca a los porteros en el tiro libre. También quieren que sepa que Messi es un “animal”, que Neymar no volverá a hacer nada grande en su vida, que Cristiano fue un personaje presumido y narcisista de los “Marcatoons” y que existe una retahíla inmensa de nuevos nombres que prometen y parecen que sí y, sin embargo, p...

Cuando yo era poeta

Por: Mario Ernesto Almeida Bacallao Cuando yo era poeta Decía tú y yo  Como si fuésemos tú y yo lo grande, lo perfecto, Como si tú la Helena de todas las Troyas por venir, Como si yo un simple Héctor… Muriendo por la honra del ajeno. Por guion, jamás compartiríamos lecho, Pero más allá del drama histórico predestinado… ¿Quién sabe? A fin de cuentas, Estábamos en la misma escena: Tú eras linda y yo, entre los buenos, el mejor. Pero esos tiempos se fueron Y la poesía comenzó a valerme verga; Ni tú tan bella ni yo estoico, Al carajo las rimas perfectas Y la metría cuidadosa  Que por siglos embelesó al guion. Esta vez solo llegué asustadizo  Como el más sato de los perros, Te dije “todavía me gustas” Y tú pensaste: “¡yo quería un poeta!”. Pero los tiempos eran cada vez más duros  Y creíste que esto que tenías en frente  Era todo lo que había. Entonces, me besaste por primera vez.

Tres meses. Diario de un médico cubano en Perú XVIII

  Por: Mario Héctor Almeida Alfonso Quien me dijera a principios de año que en junio volaría al Perú hubiese recibido una carcajada de mi parte como respuesta. Tampoco, cuando salí de Matanzas para La Habana, tenía claro el destino final. Como otros tantos colegas que entonces no conocía, estaba convencido de que viajaríamos hacia algún sitio para ayudar en el control de la pandemia. Pero país y lugar exacto… ni en broma. Después de algunos días fuimos ubicados en la brigada de la cual hoy formo parte. Tras semanas de confusa espera nos informaron de la inminente partida y, en la tarde lluviosa del 3 de junio, despegamos del Aeropuerto Internacional José Martí  sin saber qué nos depararía el destino.   Ya se cumplen tres meses de nuestra llegada; más de noventa días de trabajo, de triunfos y fracasos, de victorias completas y victorias a medias. Pero sobre todo de mucha –pero mucha– entrega. No ha sido fácil. No obstante, como decía una buena amiga que tristemente no...

De noches, bandera y plomo

Las madrugadas de julio –cuando no hay huracán– suelen ser así: húmedas, quietas, violentadas cuanto mucho por el vuelo abrupto de alguna mariposa bruja o por la luz lejana de las centellas que, mudas como estas noches de verano, se suceden unas a las otras pero nada más. Al mes de julio le salen canas y arrugas y, nosotros, de tanto inventar calendarios, meses y semanas, terminamos viviendo al pendiente de las fechas. Llega el 26, el Moncada, y pasas horas frente al teclado y sufres, porque sientes que ya todo está escrito y no quieres que lo tuyo sea como la bandera roja y negra del CDR, que de tanto sacarla todos los años acaba por perder hasta el color. *** Ha llovido. La lluvia intensa allana todo: el mar, el polvo, el viento, las hojas. ¿Así le ocurrirá a una ciudad después del asalto, del estruendo, de los gritos, de las persecuciones, del vértigo, del plomo? Las balas son horrendas. En el servicio militar, había soldados que intentaban robárselas para luego hacerse un colgante,...