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Incertidumbre de soldado

Soy soldado de una guerra sin saber ni el como ni el porqué, solo por haber nacido  donde nací. Cada día puede ser el último, cada día puede ser el primero.  He visto caer a los mejores guerreros y sobrevivir a los peores, he visto visto llorar a los más valientes y sonreír a los miedosos.  He visto quien no ha luchado nada y manda a todos, he visto quien muere luchando sin mandar a nadie.  Todos me dicen cómo luchar pero nadie me dice cómo ganar.  Ante mis ojos se desvanece la esperanza y surge mi instinto de supervivencia, nunca pensé llegar tan lejos, no quiero pensar que llegare hasta aquí. No sé por qué sigo luchando, no se si será mejor rendirse, no sé a quién escuchar ni por quién pelear.  Lo único que sé es que no quiero esta vida; quiero una vida... una vida digna de vivir. (José Orlando Cepero Gómez) Imagen: Pinterest

El cantar de las espadas

  La espada aguarda en su funda A cada lado una de las lenguas candentes del acero Cargada y lista Como quien no quiere la cosa Prepara la última estocada Ahogada por el doble filo de la rabia Para perforar a la rosa agonizante Que ante la visión del peligro se deshoja Y desenfunda la vaina escondida entre sus pétalos. ¿Quién saldrá a su encuentro? De tragedias contenidas en la pena Deseosas de hacer el cuento De como se salvaron en el último segundo Mutilando tras de sí el porvenir dudoso Que dibujaban con letras de destino Mis pasos errantes en la arena Del desierto traicionado Presuroso de lucir nuevos estandartes Chocarán muchas veces las espadas, Y las chispas que salten Alumbrarán sin proponérselo La mañana sombría donde fallaste a tu palabra Y todavía me faltas alrededor de la cicatriz Donde el puñal atravesó como esquirlas en el pecho Para dejar en su recuerdo una herida reacia a sanar Hasta que te desangres E inicie la próxima batalla En la que ya no estaré. (José Manuel...

El Doctor Fidalgo

Por Lázara Bacallao González Llegaba yo al Instiruto de Neurología: mujer de 32 años, casada,con dos hijos, médico. Asustadiza de escuchar partes del cerebro que, juro, no retuve en la carrera. Me recibía entonces un singular profesor, que me escudriñaba de los pies a la cabeza. Su pregunta inicial fue si conocía el concepto de crisis epiléptica, a lo que muy segura le respondi que sí, para luego lanzarle el concepto de Epilepsia.  Esbozó una pícara sonrisa bañada en humo de cigarro. Preguntó que dónde había estudiado el concepto y, otra vez, saltó la guajira matancera, más atrevida que instruida en temas neurológicos: "¡Por el MGI , profe!". Me recomendó que en la noche revisara nuevamente el capítulo correspondiente de ese mism libro. Sorpresa, asombro, verguenza... Era aquel extraño profesor el autor del capítulo que pocas veces o solo con el apuro de irme para el Instituto había leído. Hoy sé que no leerá este escrito. Todos sabemos que no pasó de apretar las teclas de un...

Añoranzas de Ítaca

"Camarada vida, Vamos A caminar más rápido" Maiakoski Cada viaje -o premonición de lo infinito- Son los cantares épicos que nos juega la memoria Enfrascada en odiseas cotidianas. Tú y yo nos parecemos Islas rodeadas de mar o magma -depende de quién mire- Con las mámparas cerradas a las rachas y a las fisuras Las bisagras oxidadas a punto de ceder Para abrir paso a un gusto inconfesable por lo grotesco. Y está ahí el enemigo, Al acecho de la paranoia de las puertas y las plazas, En las letras desaliñadas de una pancarta descolorida, O en el rojo transmutable de la propaganda comunista Asfixiandose en su propia sangre, -O mejor aún- En un espía infiltrado bajo el buró de algún buen camarada del partido. ¿Y dónde están los amigos? -Se preguntarán algunos- Los amigos reposan las penas  Como quien descansa el almuerzo Sobre muebles de mimbre y estambre. De paso por la avenida, La ciudad es un laberinto de columnas y oraciones, Complementadas por averías ocasionales del espacio-tie...

Provincianismo, viaje y capital

Para vivir la experiencia de la capital -de la “urbe capitalina”, como la llaman los cronistas de la época- el cubano “del interior” debe pasar primero por la experiencia del viaje, que como ustedes saben es uno de los grandes temas de la literatura desde los tiempos de la Odisea. Por favor, no vayan a preguntarme lo que significa ese interior porque tampoco sabría qué responder; aquí uno puede nacer y vivir toda la vida en un pueblo costero y no obstante ser “del interior”, es decir, de “tierra adentro”. Pero volviendo al tema, entre nosotros ha existido siempre la doble necesidad del viaje, el de la colonia a la metrópoli y el de la provincia a la capital, el tránsito del mundo rural al urbano, entendido como un tránsito de la barbarie a la civilización. Por cierto, a fines del siglo XIX los autonomistas cubanos solían ir en peregrinación a Madrid buscando el apoyo de sus cofrades españoles, y como para eso tenían que “cruzar el charco”, los separatistas los llamaban sarcásticamen...

¿Cómo arderemos ahora?

Cómo arderemos ahora, Que no hay grandes montañas de paja Propensas a ser quemadas Por los guardianes ociosos de la llama. Ni hay tampoco cenizas de fénix Para reparar los empeños que no llegan ya A los tobillos sangrantes y descarnados. Cómo arderemos ahora, Que los consejeros del rey Se empeñan en torturar a todos aquellos que no crean En la voluntad celeste de sus causas Por esas insinuaciones del destino Que aún no estaba escrito En las tablillas de barro de los sabios eruditos y eunucos, De la vieja Sumeria. Cómo arderemos ahora, Que sufrimos de un hambre voraz Cuánto tiempo lleva escondiéndose el hambre De los puñales que perforan las lenguas desprevenidas ¿Siglos? Quizás, Tal vez un tiempo mayor Que esos "breves instantes en que no estás", Multiplicándose indefinidamente en el limbo. ¿Cómo arderemos ahora? Con estas heridas de veteranos de guerra, Dentro del cargamento de necios y otros nacidos para la batalla, Que regresa en la galera desde Creta, Fue tanta la euforia...

Para Diana...

Como nube que se aleja, como barca en mar dormida, como quien se entrega y parte, como quien sonríe y mira. Como paloma en su vuelo divisando las campiñas, como quien no quiere estar si el dolor será su finca. Como quien presiente el miedo de la carne en plena riña. Como quien nos deja un cielo, una luna o una niña, así quedas y te vas, así te apartas erguida, la vida con sus caminos, que prosigan, miras linda. Te alejas y te repartes entre amigos y familia. Cada cual toma una parte. ¡Cada quien guarda tus risas! Texto: Lázara Bacallao González Foto: Cubadebate