Ir al contenido principal

Cae nieve en Sabanilla


 Por Mario Ernesto Almeida Bacallao

______________________


Yo crecí corriendo el monte

fangoso de Sabanilla,

trepando matas de cocos,

pescando en alcantarillas,

soñando con papalotes,

inventando sus varillas

entre majaes y ranas,

chipojos y santanillas.


Dijeron recientemente,

con científica risilla:

«Es imposible que neve»

y reparé en Sabanilla.

En noches de frialdades

recuerdo mis pantorrillas

arañadas por la zarza,

o mis sangrantes rodillas

caídas al pedraplén,

llorosas por la gravilla.

Mas, también vienen a cuento

Insólitas maravillas:

yo crecí viendo la nieve

sin salir de Sabanilla.


Cuando a todos hice el cuento

en la escuela se reían,

pero sé que me envidiaban

porque de nieve sabía.

«¿Qué sabe un niño cubano

De nieves?», me repetían.

«Lo sé todo, yo la he visto»,

ripostaba… y no mentía.

Mis amigos de la escuela

sólidas pruebas pedían

mas, les dije que la nieve

era como luz del día:

había que salir pa’ verla

y de atraparla… moría.


Pobres quienes no creyeron,

no saben de poesía:

eran nieve las guirnaldas 

de pálidas florecillas,

que en los inviernos colmaban

el monte de orilla a orilla.

Cuando la abeja temblando

entraba en las campanillas

con polen de nieve daba

maquillaje a sus mejillas.


También los cañaverales

en invierno florecían

y eran nieve aquellos güines

que el sol naciente encendía.

copos flotantes al viento

sobre las cañas vivían.

Era nieve, estaba ahí

y nunca me lo creían.


Dicho esto, me incomoda

la ciencia presumidilla

que no logra ver la nieve

tras sus arcaicas mirillas.

A ver nieve yo aprendí

De mi abuela, la sencilla,

Que me llevaba a los ríos

Y me mostraba, listilla,

un campo blanco de flores,

con blancas mariposillas.

Me decía: «Mira bien,

degusta la maravilla.

Es nieve lo que ven tus ojos,

la nieve de las Antillas.

Cuando frío hace en La Habana,

cae nieve en Sabanilla».


Imagen: Ibercaja

Comentarios

Entradas populares de este blog

Romance de la niña triste

Pensando en Raúl Ferrer... (Voy a aprender a escribir/ guajirita desdeñosa/para ponerte una cosa/que me da pena decir. / Qué doloroso sentir/  que llevo dentro un jilguero/ cantándome: —Compañero,/ toma lápiz y papel/ y escribe: “Guajira cruel,/ si no me quieres me muero”). Niña es la niña no inscrita En historietas de hadas. Niña se monta en el viento Y corre como las balas... Niña vive y libre vuela Sin necesidad de alas, Niña nada en lo profundo, Cerca de las mantarrayas Y se trepa por las sogas Sin imaginar las llagas Que después le han de salir En sus manos coloradas. Niña que juega a ganar, Va a jugar y solo gana, Niña, sonrisa de niña, Respira hondo y exhala  Niñez preciosa y robusta Que no cabe en una sala. Niña que al pasado mira Mientras al futuro clama Porque el presente se extinga Y le devuelva las alas, Para correr más que nadie, Para vestir batablanca Y sanar a cada niña Que tal cual ella se abata. Niña allá en el horizonte En los gajos de las matas...

La saeta

Imagen: 123RF Dijo una voz popular: «Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?» Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores. !Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar! ( Antonio Machado ) Recibe nuestras crónicas y poemas a través de Telegram  

Comer mierda con la poesía

Por Mario Ernesto Almeida Los actores, pude ver, son un poco comemierdas con la poesía. Les interrumpen una puesta en escena y, cuando logran volver a las tablas, aunque hayan transcurrido años, retoman la obra por donde mismo los obligaron a dejarla. La poesía, a veces, son esas pequeñas comeduras de mierda, mierda que marca y mitifica. Quizás se encuentre ahí la causa de que mierda le deseen, incluso en demasía, a todo el que está a punto de abordar un escenario. No hay tablado sin poesía y cuando lo hay… es muy probable que no valga la pena. Cuando se sube hay que llevarla a cuestas sin importar lo que se vaya a hacer allá arriba: Ballet, música, cualquier otra danza, teatro… Si no vas a leerle un poema a la gente, no te subas. Si no vas en busca de la mueca en los rostros –no con la vanidad de verla, sino con la vocación de servicio que constituye provocarla–, mejor no salgas del espejo de tu baño. Sobre las tablas hay que provocar preguntas, hacer pensar, reír, llorar,...