Asoma el día,
Y aún la aurora no ha despertado,
Ella está tranquila en su cama de laurel,
¡Yo lo sé!
Y me fastidia llenarme de su paz,
Cuando mis brazos no alcanzan,
Para abrazarla como yo quisiera,
Antes que las latitudes se alejen,
Sordas hacia una dimensión de intropías,
Que mutila la mitad de los sueños,
Que aún no han dormido.
Y voy trepando por los tejados,
Mientras está caliente mi taza de café,
Se impone la razón,
Y yo que no quiero regresar de mis fantasías,
De la resignación,
Que besa tú rastro,
Con el mar como testigo,
Hasta que vuelva el día,
Solo el viento sabe,
Que te he perdido,
¿Por donde andarás ahora?
Quizás todavía recojes flores,
Entre las mariposas de mis rimas,
Con miedo a acercarse al barranco y la caída,
Y la rabia que no se atreve a acusarte de traicción.
Quiero vestirme del valor de los cobardes,
Aunque sea tarde y no volverás,
El tiempo se evapora entre estas estrechas ventanas,
Cuando la fuerza se quiebre,
¿Qué hago entonces?
Mátame estas ganas que tengo,
De que se abran mis venas,
Y escribir con mi sangre en la pared,
El último poema.
José Manuel Lapeira
Comentarios
Publicar un comentario