Ir al contenido principal

Las altas. Diario de un médico cubano en Perú XI

Por Mario Héctor Almeida Alfonso

En estas tierras de la América nuestra no hay guardias “buenas”, cada turno es una sorpresa de casos  complejos donde, entre conocimiento y tretas de viejo lobo, intento resolver situaciones.

Durante la atención al paciente Covid-19, existen estructuras del juego médico bien establecidas. Un protocolo con los cambios oportunos y un sistema de trabajo que minimiza los errores nos ha permitido, desde hace algunas semanas, ir dando altas; no solo a casos puramente infectados con la pandemia, también a otros con padecimientos graves asociados. La paciente de la cama 2, incluso, sufría una enfermedad neoplásica terminal y presentaba metástasis en pulmón, hígado e infiltración vesical. 




Asimismo, nos llegó un caso con diagnóstico  de insuficiencia renal  que se encontraba bajo tratamiento dialítico. Por las características del lugar, fue imposible continuar dicho procedimiento, lo que trajo como consecuencia un componente pre-renal y post-renal significativo. Sin embargo, luego de que el paciente logró superar estas peripecias, pudo salir de alta sin necesidad de continuar el tratamiento depurador anterior. 

El lunes, un joven odontólogo de 32 años fue despedido de la sala. Llevaba más de 10 días con cuadro febril y múltiples terapias: ingresó desaturando oxígeno, con todos los marcadores humorales altos (análisis alterados), bloque neumónico evidente en base derecha y aproximadamente en una semana de conducta terapéutica acertada regresó a su casa. 

El trabajo en emergencias, por su parte, dista del de las salas y constituye un riesgo doble que obliga a  estar más alertas ante cualquier indicio de infección por Sars-Cov 2: tratamos a pacientes con patologías diversas, cuyos resultados de los test Covid –positivos o no– llegan a nuestras manos después de haber interactuado con ellos de forma enérgica por la gravedad de sus cuadros. 




Cintia es una doctora peruana con la cual he compartido estos roles. Casi se persigna al verme porque, en cada una de mis estancias en Urgencias, hemos recibido pacientes extremadamente críticos. 

La doctora me comentaba que Nuevo Chimbote no tiene más de 70 años de fundada, su primera urbanización fue un sitio llamado Buenos Aires y la Plaza Mayor, con sus verdes áreas, resultaba hasta hace solo ocho o nueve años un terreno baldío. Al indagar más, comprobé que los primeros pobladores se asentaron en 1958, pero no fue hasta el 1ro de junio de 1994, ley mediante, que se denominase distrito a Nuevo Chimbote, cuya capital es hoy, precisamente, Buenos Aires.

La iglesia de la plaza también fue construida en este siglo. Por ello sorprende el estilo arquitectónico neobarroco, semejante a esas vetustas catedrales erigidas por la metrópolis española en este lado del Atlántico, hace ya algunos siglos. 

***

Los doctores cubanos Jorge Rafael Benítez Chaviano y Alexander Aguilera Chaveco son especialistas en Medicina General Integral, santiagueros ambos, y laboran en el puesto Nicolás Garatea de la red de salud Pacífico Sur. Hoy, mientras daban de alta epidemiológica a excontagiados de Covid-19, entregaban medicamentos a los afectados por enfermedades crónicas que ellos mismos detectaron en las pesquisas.

Una señora de 70 años les confesó alegrarse de ver médicos cubanos en medio de la pandemia llevándole medicamentos a su casa. La anciana no se sorprendía porque aún recordaba cuando hace medio siglo otro grupo de galenos de la Mayor de las Antillas llegó en medio del desastre producido por el terremoto que azotase la región. Al despedirse, ella y su hija gritaron: ¡Viva Perú! ¡Viva Cuba! ¡Vivan los médicos cubanos!


Publicado en Cubahora

Fotos: Cortesía de la brigada médica cubana en Ancash. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Romance de la niña triste

Pensando en Raúl Ferrer... (Voy a aprender a escribir/ guajirita desdeñosa/para ponerte una cosa/que me da pena decir. / Qué doloroso sentir/  que llevo dentro un jilguero/ cantándome: —Compañero,/ toma lápiz y papel/ y escribe: “Guajira cruel,/ si no me quieres me muero”). Niña es la niña no inscrita En historietas de hadas. Niña se monta en el viento Y corre como las balas... Niña vive y libre vuela Sin necesidad de alas, Niña nada en lo profundo, Cerca de las mantarrayas Y se trepa por las sogas Sin imaginar las llagas Que después le han de salir En sus manos coloradas. Niña que juega a ganar, Va a jugar y solo gana, Niña, sonrisa de niña, Respira hondo y exhala  Niñez preciosa y robusta Que no cabe en una sala. Niña que al pasado mira Mientras al futuro clama Porque el presente se extinga Y le devuelva las alas, Para correr más que nadie, Para vestir batablanca Y sanar a cada niña Que tal cual ella se abata. Niña allá en el horizonte En los gajos de las matas...

La saeta

Imagen: 123RF Dijo una voz popular: «Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?» Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores. !Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar! ( Antonio Machado ) Recibe nuestras crónicas y poemas a través de Telegram  

Comer mierda con la poesía

Por Mario Ernesto Almeida Los actores, pude ver, son un poco comemierdas con la poesía. Les interrumpen una puesta en escena y, cuando logran volver a las tablas, aunque hayan transcurrido años, retoman la obra por donde mismo los obligaron a dejarla. La poesía, a veces, son esas pequeñas comeduras de mierda, mierda que marca y mitifica. Quizás se encuentre ahí la causa de que mierda le deseen, incluso en demasía, a todo el que está a punto de abordar un escenario. No hay tablado sin poesía y cuando lo hay… es muy probable que no valga la pena. Cuando se sube hay que llevarla a cuestas sin importar lo que se vaya a hacer allá arriba: Ballet, música, cualquier otra danza, teatro… Si no vas a leerle un poema a la gente, no te subas. Si no vas en busca de la mueca en los rostros –no con la vanidad de verla, sino con la vocación de servicio que constituye provocarla–, mejor no salgas del espejo de tu baño. Sobre las tablas hay que provocar preguntas, hacer pensar, reír, llorar,...