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Noche II sin ti

Sobre las 12 de la noche recogí la tendedera o, mejor dicho, casi toda; esa ropa reciclada que compraste y acabarás por no ponerte nunca, que trajiste tan solo para alimentar el reguero y que hay que lavar siempre porque las moscas vuelan o porque la salamandra se rascó la nariz… esas carcasas con eterno olor a escaparate tienen especial talento para quedarse húmedas.

Y nada, dormirán fuera esta noche también y la de mañana y la otra… hasta que se sequen sus putos cuellos o, mejor, hasta que me acuerde. Debe ser que estoy sensible porque el calzoncillo que te dije sigue sin aparecer.

Aprovechando que no estás, agarré tu guitarra. No te gusta, dices que la desafino, que sientes muchas cosas por ella y que te devuelve a los tiempos de la calle G, cuando la llevabas para hacerte la bohemia delante de los imbéciles de turno.

Eso es lo bueno de que no estés: puedo tomar tu guitarra cada vez que me dé la gana. La necesito para hacerme el fresa conmigo mismo. Enfurécete, no me importa; tu guitarra y yo estamos fuera de tu alcance tiránico y esa resulta la única verdad. Al final no te sabes ni un acorde y eres tan sorda, musicalmente hablando, que podrían estar todas sus cuerdas horrorosamente desafinadas que jamás te darías cuenta.

Los vecinos que se jodan y asuman de una vez que la convivencia no es fácil. Si les molestan mis intentos de seguirle el paso a los tutoriales de YouTube , que pongan a funcionar el CDR y me analicen o que se vayan para Europa donde, según la malas lenguas, estas cosas no pasan.

Tu refrigerador sigue llorando y yo sigo, de madrugada, yendo a secarle las lágrimas. Por si fuera poco, vibra medio raro y el abrir de sus puertas desata un sonido tan peculiar, que pareciera que le están arrancando el pellejo. Será muy LG y todo lo que quieras, pero creo que siempre se ha sentido Haier. Por eso está como está.

La noche se va en picada. Cerré todo lo “cerrable”, leí par de páginas de un libro, casi me duermo, fui a bañarme, me miré al espejo, cepillé dientes y reconocí en mi nueva mirada esquelética el insomnio.

Si quieres más detalles, te diré que el gato no ha vuelto, que las cucarachas continúan en lo suyo sin meterse con nadie, que la basura hay que botarla de nuevo, que quedan bombillos fundidos, que comí tortilla, que la losa durmió sucia y que la cama sigue tendida como cuando viene visita e intentamos parecer decentes.

No hay mucho más. Seis de la mañana y yo otra vez sin dormir. Quizás sea buena la oportunidad para pasar por cursi y decir que tienes culpa.

 

Comentarios

  1. Te amo, siempre. ¡Y deja de jugar con mi guitarra! Tú eres tan sordo musicalmente como yo.

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    1. Yo también te amo, pero no dejaré que ni tú ni nadie tronche mi talento. jaja.

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