Las cosas de uno forman parte de uno.
La mochila, el teléfono, un anillo.
Son extensiones pequeñas del cuerpo sin las que el cuerpo no funciona bien.
Subimos la escalera del Moncada y entramos al museo y la guía fue mostrándonos
los pabellones. Ordenaba nombres. Detallaba los acontecimientos.
Mi amigo Pepe Alejandro Rodríguez salió del grupo. Fui hasta donde estaba. Lo encontré estático frente a la nota de Raúl Gómez García: Caí preso, tu hijo.
Tenían tu edad, me dijo. Eran niños.
Y en la pared, al lado de la nota, la foto de Tassende con una herida de bala en la pierna. En el suelo. Y los ojos de Tassende. La expresión en los ojos de Tassende.
Pepe lloró.
Conversamos un rato.
Me dijo que eran cosas muy cercanas a la gente de su generación.
Hay otra foto: Almeida está en un banco con las piernas cruzadas y mira al fotógrafo con cansancio; con una guapería melancólica. Fidel mira hacia un punto cerca del suelo con los dedos cruzados; la pierna derecha bajo la silla. Y están Oscar Alcalde, Armando Mestre. En el banquillo todos, a la espera.
Pepe me dijo que cualquiera de esos podía ser él.
Luego, en una vitrina, entre aquellos objetos que la Historia no sabe de quién son, había monedas. Había también las llaves de una casa y había monedas en mis bolsillos. Había también mi móvil y mis llaves.
Las cosas de uno forman parte de uno: el uniforme, el paquete de balas, el rifle, los zapatos…
El macito de llaves detrás de la vitrina me estremeció. Se me aguaron los ojos.
Pepe me puso una mano en el hombro, me dijo: Jank, ¿qué pasa?
Le dije: Pepe, brother, si uno coge las llaves de la casa, es porque va a volver.
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Publicado en Granma
Imagen tomada de Poqbum |
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