En la cárcel
Eso que la cal nos comió
No eran ya rostros
Bertold Bretch
Este muro tiene las mismas heridas de mi carne,
Sus huesos son los míos y de mis predecesores,
Un día le crecerán alas para soñar, preferiría
Mejor unas garras…
Muro, hermano mío,
En tus entrañas se desdibuja un jardincillo de
Mi infancia,
Correré como niño en tus pedregosas manos,
Son idénticas a las mías, tus arrugas, tu dolor
Veo en el fondo de tu pupila la noche con sus rejas,
El rostro de los asesinos,
Pero tu voz que es el silencio reconforta.
Buenas noches, hermano mío,
Mañana cantaremos junto al pueblo.
(Tomado de Círculo de Poesía)
Álbum
Esta es la ciudad a la que tanto amé como si reposara
interminablemente en el ombligo de tu cuerpo.
Detrás de su pasado la sensación de las paredes
Torturando la infancia.
Los años cambiaron de lugar y con ellos iniciamos
un modo de vivir junto a los que nos rodeaban.
Después vino el invierno. La adoración sublime de tu sexo.
Tus prepucios ilustraron los caserones piedra sobre piedra.
Ciudad que conoció tu orgasmo.
Tu pubis impecablemente rodeado por mi cuerpo.
Aquellos años esencialmente destinados para amarte
Subsisten todavía.
No obstante seas la prostituta del barrio
Pequeña Antígona
Ciertamente mi corazón late sobre tu piel abortada en la noche
Nunca habría bajado hasta tus pies, sino por estas manos
Estrujadas en tu sexo.
Mi último poema suspendido entre tus muslos
Descubiertos al deseo.
Prueba esa ternura, mientras mis ojos desparraman
El argumento donde culmina el poema.
(Tomado de Diario Co Latino, al igual que la imagen de portada)
Alfonso Hernáqndez/ Comandante "Gonzalo"
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