Ir al contenido principal

Simetrías

Aunque haya quien no lo entienda, las islas y los barcos tienen mucho en común. Ambos sufren los riesgos del nómada, la vulnerabilidad del solitario y, a veces, dependen de la autosuficiencia para mantener la vida...

A la definición sucinta de la Real Academia de la Lengua Española, podríamos añadir que un barco encarna la rigidez, la resistencia, la flotabilidad, el movimiento y la soberanía… como las islas.

Desde el conocimiento empírico, agregaríamos que los hay inmensos y abarrotados de lujo, con sonrisa y flores tatuadas en el casco, piscinas en cubierta, banderas de todos los países –o casi todos– bronceándose bajo el sol tropical, como en las islas.

También grises, sombríos, armados hasta la médula de cañones, amenazantes… e incluso aquellos prácticamente invisibles por cuanto tienen de modestos, minúsculos e indefensos, como las islas.

De manera obligatoria, tienen que burlar las distancias y acercarse a algún puerto, porque por profundas que sean las bodegas, numerosos los metros de eslora o los que se cuentan de estribor a babor, todo recurso es finito o importado y solo los abastecedores de tierra firme, si andan de buenas, pueden solventar temporalmente necesidades que siempre van a estar… como en las islas.

Por su parte, a los hombres y mujeres de mar se les pide ser los más valientes, dispuestos a encarar el tortuoso oleaje y hasta negociar con los señores del puerto, enamorarlos. Lo duro resulta que muchos barcos llevan más turistas que marineros y siempre son un puñado los que tienen la fuerza y el tesón para emprender lo que otros no quieren o no pueden, pero contradictoriamente todos necesitan… como en las islas.

En los barcos quizás cueste comprender por completo el porqué de cada timonazo, de cada nuevo rumbo, de cada paisaje prometido en demora. En ocasiones se han de acatar las órdenes del alto mando sin tiempo para cuestionarlas o entenderlas, porque en eso va la vida. Y es duro, dado que todos los capitanes alguna vez se equivocan. Quizás en tierra firme las pifias se escondan bajo un tapete y nadie se entere, pero en el barco cada imprecisión cuesta caro y alguien sufre, como en las islas.

Y de ocurrir algo extraordinario a bordo, tal vez los señorones portuarios se inquieten o lleguen a pensar que sus intereses peligran y, así de sencillo, no dejan que el barco entre sin importar qué les pase a los que van adentro. Dan la espalda y los dejan a su suerte, solos, como las islas.

Pasa tan a menudo: islas que parecen barcos, barcos que semejan islas… que se antojaría ilógico, antinatural, que unos a otros no se dieran la mano, como eternos necesitados que saben, por cuanto han sufrido, lo que es vagar sedientos en medio de la nada.


Imagen tomada de Granma


Publicado en Cubahora


Comente qué le ha parecido lo que leyó

Comentarios

Entradas populares de este blog

Romance de la niña triste

Pensando en Raúl Ferrer... (Voy a aprender a escribir/ guajirita desdeñosa/para ponerte una cosa/que me da pena decir. / Qué doloroso sentir/  que llevo dentro un jilguero/ cantándome: —Compañero,/ toma lápiz y papel/ y escribe: “Guajira cruel,/ si no me quieres me muero”). Niña es la niña no inscrita En historietas de hadas. Niña se monta en el viento Y corre como las balas... Niña vive y libre vuela Sin necesidad de alas, Niña nada en lo profundo, Cerca de las mantarrayas Y se trepa por las sogas Sin imaginar las llagas Que después le han de salir En sus manos coloradas. Niña que juega a ganar, Va a jugar y solo gana, Niña, sonrisa de niña, Respira hondo y exhala  Niñez preciosa y robusta Que no cabe en una sala. Niña que al pasado mira Mientras al futuro clama Porque el presente se extinga Y le devuelva las alas, Para correr más que nadie, Para vestir batablanca Y sanar a cada niña Que tal cual ella se abata. Niña allá en el horizonte En los gajos de las matas...

La saeta

Imagen: 123RF Dijo una voz popular: «Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?» Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores. !Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar! ( Antonio Machado ) Recibe nuestras crónicas y poemas a través de Telegram  

Comer mierda con la poesía

Por Mario Ernesto Almeida Los actores, pude ver, son un poco comemierdas con la poesía. Les interrumpen una puesta en escena y, cuando logran volver a las tablas, aunque hayan transcurrido años, retoman la obra por donde mismo los obligaron a dejarla. La poesía, a veces, son esas pequeñas comeduras de mierda, mierda que marca y mitifica. Quizás se encuentre ahí la causa de que mierda le deseen, incluso en demasía, a todo el que está a punto de abordar un escenario. No hay tablado sin poesía y cuando lo hay… es muy probable que no valga la pena. Cuando se sube hay que llevarla a cuestas sin importar lo que se vaya a hacer allá arriba: Ballet, música, cualquier otra danza, teatro… Si no vas a leerle un poema a la gente, no te subas. Si no vas en busca de la mueca en los rostros –no con la vanidad de verla, sino con la vocación de servicio que constituye provocarla–, mejor no salgas del espejo de tu baño. Sobre las tablas hay que provocar preguntas, hacer pensar, reír, llorar,...