Ir al contenido principal

La voz de José Antonio



Por Mario Ernesto Almeida Bacallao 

__________

Mañana tengo reunión y sospecho que, luego, la vida continuará igual… Tengo que estar ahí. No sé qué dirán, hasta qué hora se extenderá la bola o si alguna mirada recelosa encontrará puerto seguro en mi estampa, solo siento que los párpados pesan a esta hora de la noche y que la luz del cuarto tiene los minutos contados.

Dentro de un rato, luego de un bocado que cierre por todo lo alto mi ciclo alimenticio, caeré sin miramientos a la cama. Apenas asome el sol daré un pequeño brinco sobre el vestuario de todo el día, me apretaré con una sonrisa forzada en la puerta del ómnibus y llegaré a donde quiera que vaya con el pulóver estrujado, los zapatos tatuados de pisotones y la seguridad espeluznante de que nada puede ir mal. Pronostico un 13 de marzo tranquilo. Dichoso yo.

Pero el maldito televisor me acaba de joder la noche. La voz vieja de un tipo joven, precedida por el instrumental de quién sabe qué spot, me ha aligerado las pestañas con eso de «Pueblo de Cuba, en estos momentos… revolucionariamente… en su propia madriguera…». Después muere la alocución y comienza otra musiquita agradable y el resto de la programación infinita periódica del canal.

¿Y yo cómo duermo ahora, eh? –cavilo– ¿Con qué descarada conciencia encaro una almohada luego de escuchar la voz de un hombre de mi edad a punto de morir, a punto de matarse, y sospechar que, a estas horas del 12 de marzo, le andaba hirviendo la sangre, temblando –quizás– las piernas?

Rompo la inercia y salgo en busca de algo que hable de él. «Caramba, mira que le dieron golpes a este tipo; hay que ser guapo, revoltoso, hay que estar loco para regresar tantas veces contra las porras de policía», pienso tras leer una especie de biografía en un semanario de provincia.

Mañana es día de grandes acontecimientos y en la tarja del costado de la Colina amanecerán unas palabras, un pase de lista, unos gritos y atardecerá una ofrenda floral de pétalos tristes. Una pequeña multitud puede que se aparezca en el cementerio de Cárdenas.

Quizás me sienta inspirado e invencible, le diga tres barbaridades al chofer de la guagua, o llame mentiroso e impostor al que comience a pasarse de leguleyo. Pero hay algo seguro;  mañana es 13 de marzo y no tomaré por asalto ningún palacio ni irrumpiré en la transmisión de una emisora radial.

Mañana tengo reunión y con eso –debería pensar– tengo bastante. Sin embargo, la voz de José Antonio acaba de mover el piso y, tal vez por esa costumbre de pensar y sentir por fechas, uno acaba por perder el sueño.


Publicado en Fcom

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mejilla seca

Tomo asiento en la calle Que antes de ayer no existía Y veo pasar rostros Que no son mis rostros Y miradas Que no son mis miradas. Quiero preguntar Si acaso eres tú, ¿Me reconoces? Mientras una desconocida Guiña un ojo, Sonríe, dice adiós Y se pierde entre el resto. Pongo ceño arrogante, Bebo un sorbo, Prendo el siguiente cigarro, Alguien me ve, Se asombra, da la mano un beso... Hace años que un hombre No me besa el rostro. La última vez, Miami tenía menos gente, España, Uruguay, México, Chile... Los hombres que besaban mi rostro Se marcharon un día Y al siguiente Prometieron no volverme a besar. Creo entenderlos Y hasta los perdono. Quizás, yo mismo no les volvería a dar   el cuero de mi mejilla, Mas sería mentir Gruñir que no los quiero. Regresé... y no me encuentro. Ni los... Y hasta los gatos de mi vieja casa Parecen tener Más casa Cuando en un tiempo Inmóviles quedan Y al segundo Corren, Como gritando: Tú quién e...

Miserable oferta

Por: Mario Ernesto Almeida Bacallao  ___________ Aunque me adviertas débil y supongas que el vencerme sea sencillo, aunque mis dientes amenacen con desaparecer antes de tiempo y mis manos, huesudas, anuncien con temblor el ansia, te prometo no caer. Por mi sangre corren los ya no muertos, dispuestos todos, y todas, claro está, a tomar por suyas mis manos y por suyos mis dientes y por suyos mis ojos. Sin alardes de macho proveedor, saldré a la caza y la pesca, sembraré un árbol o cuatro o dieciséis y regresaré a la cueva con algo entre las manos, manos apenas mías que ya ni débiles serán, como yo, que tampoco seré débil para entonces. Calculando tiempos agrios, miserablemente eso te ofrezco: la supervivencia. De los pasajes de avión, la carne de unicornio y el clima nevado para noches de lava... tendrás que ocuparte tú, aunque a mi abuelo, el viejo cromañón, la honra le duela. Tuyo nunca, camarada.           ...

Canción del amigo

  Poco te recuerdo: Sin embargo, ahora, quiero elevar un canto enorme de palomas y cantar a tu regreso, que presiento durará un tiempo. Dos años ya es mucho, mucho tarda tu retorno. ______ Poema de Javier Heraud                                                                                                    A Degenhart Briegleb,                                                                                                   dégale para algunos   1 Caminamos mucho tiempo juntos, juntos l...